PREMIOS DE LA MÚSICA

Bruno Mars arrasa en los Grammy

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Habrá que seguir esperando. La industria musical estadounidense, que con las principales nominaciones de la 60 edición los Grammy puso la miel en los labios a quienes pensaron que por fin se ponía al día reconociendo las realidades musicales y culturales, ya más cambiadas que cambiantes, volvió el domingo al entregar los premios a sus propios clásicosBruno Mars fue el absoluto triunfador de la noche con un pleno de seis premios por seis nominaciones que incluyen disco y grabación del año por ‘24K Magic’ y canción del año por ‘That’s what I like’, además del triplete en R&B de canción, actuación y disco.

Es difícil cuestionar el impecable trabajo del hawaiano y su impoluto y bailable homenaje al funk y el soul de antaño. Pero para observadores y estudiosos, y para muchos fans, el momento es otro, con el rap consolidado como dominante vehículo de expresión e innovación musical. Kendrick Lamar, pese a arrasar con cinco galardones en las subcategorías del género con su álbum ‘DAMN’, sigue esperando que los Grammy le den el premio gordo. Han tenido ya tres ocasiones. Y han pasado 14 años desde que OutKast lo consiguió por ‘Speakerboxx/The Love Below’.

No se trata solo de la espera de Lamar, que demostró su poderío, su talento y su enorme voz política con la mejor actuación de la noche, que abrió la gala televisada desde el Madison Square Garden neoyorquino, y que contó con la prescindible colaboración de U2 y la afilada del cómico Dave Chappelle (que ganó su propio Grammy por disco de comedia y dijo: “Lo único que asusta más que ver a un hombre negro honesto en América es ser un hombe negro honesto en América”).

Jay-Z, premiado la víspera como “icono de la industria”, se marchó de vacío pese a que las ocho nominaciones para ‘4.44’ le hicieran numéricamente favorito. El ‘Despacito’ de Luis Fonsi y Daddy Yankee, que por ventas y ubicuidad se ha ganado el título oficioso de canción del año, tampoco pudo con el tsunami Mars. Y se fue también sin nada pese a optar a cinco gramófonos SZA, la mujer más nominada este año, que vio como el premio a mejor nuevo artista iba para la joven canadiense Alessia Cara.

Problema de género

No solo con el caso de SZA la 60 edición de los Grammy dejó claras las carencias de la industria en temas de igualdad de género. Un informe preparado justo a tiempo por Stacy Smith, fundadora de un instituto sobre inclusión en la Universidad del Sur de California, revela que de los 899 nominados en los últimos cinco años el 90,7% han sido hombres. Eso deja un paupérrimo 9,3% a las mujeres. Y los votantes y organizadores hicieron poco para remediar la mala imagen de esa realidad en los premios y en la gala.

Lorde, la joven neozelandesa que logró colocar ‘Melodrama’ en el quinteto de nominados a mejor disco junto a Mars, Lamar, Jay-Z y Childish Gambino, no actuó porque no le ofrecieron hacerlo en solitario (se rumorea que le ofrecieron solo participar en un homenaje a Tom Petty). Y no cesa el aluvión de críticas por el premio en mejor interpretación de pop para el ‘Shape of you’ de Ed Sheeran, especialmente cuando la ceremonia televisada alcanzó otro de sus momentos cumbre con la emocional e intensa interpretación de ‘Praying’ que realizó acompañada por otras artistas y un coro que ha recuperado la canción protesta Kesha, la artista que se adelantó al momento #MeToo emprendiendo en 2014 una guerra judicial contra el productor de Sony Dr. Luke, al que acusó de violación y abuso emocional.

{"zeta-legacy-video":{"videoId":"1297818"}}

Más allá de Kesha y Lorde, que cosió a la espalda de su vestido frases de un ensayo feminista de Jenny Holzer, y de los artistas que respondieron a la iniciativa de colocarse una rosa blanca en señal de denuncia, fue Janelle Monaé quien hizo el discurso más reivindicativo. “El tiempo se ha acabado”, dijo verbalizando la campaña ‘Time’s Up’, que ha creado un fondo para la representación legal en casos de acoso sexual y abuso de poder. “No solo sucede en Hollywood, no solo sucede en Washington, está también aquí en nuestra industria”, dijo. “E igual que tenemos el poder de dar forma a la cultura, lo tenemos para deshacer una cultura que no nos sirve bien”.

Raza, inmigración, armas y Trump

No fue la única reivindicación de la gala. Después de que Chris Stapleton ganara el Grammy por mejor disco de country por ‘From a Room: Vol.1’ los artistas del género Eric Church, Maren Morris y los hermanos Osborne interpretaron el ‘Tears in Heaven’ de Eric Clapton en homenaje a las víctimas del tiroteo en Las Vegas y el atentado en Manchester, en los que murieron 81 personas. La cubano-americana Camila Cabello defendió a los inmigrantes, en especial a los ‘dreamers’ llegados de niños a EEUU, antes de dar paso a una actuación pregrabada de U2 junto a la estatuta de la Libertad. Y el rapero Logic, tras interpretar la canción titulada con el número de la línea telefónica de prevención del suicidio, también lanzó un alegato por la igualdad y la justicia.

También Donald Trump y sus políticas estuvieron presentes. Lamar, al recoger uno de sus premios, soltó un “Jay-Z presidente” que referenciaba el enfrentamiento en Twitter con el rapero en el que se había enzarzado el ocupante de la Casa Blanca. Y en un vídeo cómico, James Corden, presentador de la gala, hizo un casting para leer ‘Fire and Fury’, el polémico y exitoso libro en el que el presidente no sale bien parado. El vídeo contó con la intervención de Hillary Clinton y muchos rieron y aplaudieron, pero desde la embajadora ante la ONU Nikki Haley hasta uno de los hijos de Trump se lanzaron a degüello contra la “politización” de la gala. Si se fijaran más en los galardonados quizá no estuvieran tan molestos.