ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

'Tres anuncios en las afueras': la América profunda y sus miserias

Así es el fenómeno cinematográfico que apunta a gran favorita a los Oscar: guion de precisión milimétrica, interpretaciones memorables y mucho vitriolo

Beatriz Martínez

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Se ha convertido en el fenómeno cinematográfico de la temporada. Acaba de arrasar en los Globos de Oro, donde ha conseguido cuatro estatuillas (mejor película dramática, guion, actriz y actor secundario) lo que la sitúa de forma inmediata como máxima favorita en la carrera a los Oscar. Cuenta con uno de los repartos más sólidos de la temporada, una interpretación memorable de Frances McDormand y tiene uno de esos guiones de precisión milimétrica que te atrapan desde la primera escena.

Se trata de 'Tres anuncios en las afueras' (simplificación española de su título original mucho más atractivo y contundente 'Tres anuncios a las afueras de Ebbing, Misuri') y es la tercera película de Martin McDonagh, prestigioso autor teatral de procedencia irlandesa (y hermano de otro director, John Michael McDonagh, 'El irlandés' y 'Calvary') que ha sido capaz de introducirse en el universo de la América rural para destapar todas las miserias que se encuentran agazapadas en su subsuelo a golpe de muchas dosis de vitriolo.

McDonagh debutó en el cine con una película de culto inmediato, 'Escondidos en Brujas' (2008), en la que dos asesinos a sueldos, interpretados por Colin Farrell y Brendan Gleeson, se veían obligados a pasar desapercibidos por las calles de la ciudad belga convertida en un escenario a medio camino entre la fantasía y la pesadilla, una especie de limbo que servía como antesala al purgatorio. En realidad, esta primera aproximación tras la cámara le dio la oportunidad de experimentar con los recursos fílmicos al mismo tiempo que le servía para introducir algunos de los temas que le han caracterizado como dramaturgo: el sentimiento de culpa y la dicotomía entre bien y mal, inocencia y perversión, luz y oscuridad.

Debutó en las tablas a mediados de los 90 con la que se convertiría en su pieza más icónica, 'La reina de la belleza de Leenane'. Considerado heredero del estilo de Harold Pinter (esos espacios cerrados, las relaciones tortuosas, la reflexión del lado más oscuro de la sociedad y su pérfida ironía) entró a formar parte de la nueva generación de directores teatrales airados británicos que se aglutinaron alrededor de la vertiente 'in-yer-face', caracterizada por su violencia y brutalidad tanto expresiva como temática.

Quizás por esa razón, el cine de McDonagh ha sido erróneamente vinculado al de Quentin Tarantino, sobre todo a raíz de su segunda película, 'Siete psicópatas' (2012), que precisamente intentaba convertirse en una especie de deconstrucción de las películas de tiros y violencia gratuita, creando una tensión entre la necesidad de reflexión y el espíritu meramente lúdico. McDonagh no quedó contento con esta película y decidió que en su siguiente proyecto se alejaría de los juegos metalingüísticos y apostaría por los personajes que no fueran entelequias o abstracciones simbólicas, sino que sintieran y sufrieran de verdad, que fueran humanos y que se mostraran en toda su compleja ambigüedad.

De esa necesidad surgió el personaje de Mildred (Frances McDormand), una mujer incapaz de quedarse con los brazos cruzados mientras el asesino de su hija todavía sigue suelto y su crimen impune, razón por la que se enfrentará a toda la sociedad de esa pequeña comunidad en la que vive, Ebbing, en Misuri, y a sus estructuras de poder a través de tres anuncios en las afueras destinados a denunciar la incompetencia policial en el caso.

El filme acaba de arrasar en los Globos de Oro, donde ha conseguido cuatro estatuillas de las más potentes: mejor drama, guion, actriz y actor secundario

Uno se pregunta cómo es posible que un irlandés haya sido capaz de introducirse de forma tan sibilina en la idiosincrasia de la América profunda. Dice McDonagh que para empaparse bien estuvo viajando por los Estados Unidos de pueblo en pueblo durante meses, tomando apuntes, inspeccionando el terreno, durmiendo cada noche en un lugar diferente y escribiendo notas durante todo el trayecto. No quería mirar a sus personajes por encima del hombro ni dar lecciones morales, sino comprender su ira, sus esperanzas y sus sueños desde el respeto. Extraer de ellos toda su humanidad, aunque nos resultaran sus acciones incomprensibles y temerarias. Quizás por esa razón, todos y cada uno de los seres que aparecen en el relato terminan quedándose con el espectador porque, a pesar de sus fallos, ninguno es ni un héroe ni un villano y todos tienen su corazón, tanto el jefe de policía interpretado por Woody Harrelson que lucha contra el cáncer mientras se lamenta por no haber atrapado al asesino, como su compañero Dixon (magnífico Sam Rockwell) de tendencias racistas y violentas que sufrirá a lo largo del trayecto su particular camino de redención.

McDonagh escribió el guion de 'Tres anuncios en las afueras' en tan solo cinco semanas. Tenía como referencias los grandes relatos americanos, a Nabokov, Salinger y, sobre todo, a Flannery O’Connor. También películas como 'París, Texas', en la que otro extranjero, Wim Wenders, supo fotografiar el paisaje de una manera tan icónica, con esas carreteras interminables y ese paisaje desolado. Pueblos que parecen haberse quedado congelados en el tiempo, como si nunca se hubiera producido en ellos el más mínimo cambio. Y a partir de esa imaginería, intentó subvertir los clichés de la madre coraje a través de su humor negro característico que, por supuesto, vuelve a impregnarlo todo y, que, como él mismo apostilla (sin que se entere Frances McDormand, claro), no se parece en nada al de los hermanos Coen, mucho más cínico. También destapar el odio y la violencia incrustada en la América sureña. Pero siempre aportando un rayo de esperanza. Porque, como dice uno de los personajes, a pesar de las circunstancias, el amor es la única fuerza que puede transformarnos.