Historias de 'Juego de tronos' (3): Inmaculados, jenízaros y mamelucos

En la historia real no es fácil encontrar ejércitos de esclavos como los Inmaculados de ‘Juego de tronos’. Las sociedades esclavistas, en general, han considerado que no era muy buena idea poner armas en las manos de esos seres sometidos a la voluntad de sus amos. Véanse las medidas de seguridad con que los romanos mantenían enclaustrados a los gladiadores en un ‘ludus magnus’. Si te descuidabas, te montaban una guerra servil (tres sufrió Roma en 70 años, la primera encabezada por un esclavo erigido en profeta y la última por Espartaco), que acababa con la mano de obra agrícola crucificada a miles por los caminos como escarmiento. Por cierto, una imagen a la que George R. R. Martin recurre en los pasajes situados en Mereen, con la khaleesi en el papel de Kirk Douglas.

Pero de lo que hablamos es de ejércitos esclavos, no de esclavos que tomen las armas. Y lo más parecido a eso son los mamelucos (un término que deriva de posesión, o poseído), los turcos y circasianos capturados por los sultanes abásidas de Bagdad y entrenados para servir como soldados. Los mamelucos acabaron por hacerse con el poder en el Cairo, convirtiendo con su apoyo a la viuda del sultán, Shajar al-Durr, en la primera musulmana en gobernar un país islámico. Aunque el general en jefe mameluco se casó con ella, la hizo abdicar y la acabaron arrojando al vacío desde la Torre Roja de la ciudadela de El Cairo: ojo, Daenerys.

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También podríamos recordar a los jenízaros, las tropas de élite de los sultanes otomanos reclutadas exigiendo a las poblaciones cristianas de los Balcanes un impuesto en forma de niños que eran instruidos severamente. Aunque no tanto como las pruebas que hacen de los Inmaculados de ‘Juego de tronos’ (sacrificio de niños, castración y amputación de pezones), unos robots de matar a las órdenes de sus amos… hasta que llega una reina rubia e ignífuga. 

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