CRÓNICA DE CONCIERTO
The Darkness, nacidos para ser estrellas
El grupo británico exhibió su rock-espectáculo de vieja escuela en la sala Bikini
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO
Frente al rock intelectual o existencialista, espectáculo y 'riffs' guitarreros de la vieja escuela. Ese sigue siendo el menú de The Darkness, banda británica que se estrenó hace más de una década con un disco celebrado ('Permission to land', 2003) y que, después de un lapsus de silencio, vuelve a dar guerra valiéndose de su extrovertido y gritón líder, Justin Hawkins, y de canciones resultonas con esencias setenteras. Ya no están de moda, pero siguen estando en disposición de liarla, como hicieron el jueves en la sala Bikini, donde recordaron que su vocación irrenunciable es la de estrellas del rock.
Tres años y pico después de verles como teloneros de Lady Gaga en el Palau Sant Jordi, parecía que Bikini se quedaba pequeña, no solo para acoger a sus fans sino para dar cabida a un equipo de luces propio de un espacio mayor. Lo suyo es un 'stadium rock' sin estadio, en el que Hawkins aspira siempre a ofrecer la 'performance' de su vida, moviéndose como una antigua 'vedette' del glam y forzando su falsete desde las primeras canciones, 'Barbarian' (del último disco, 'Last of our kind') y su clásico 'Growing on me'.
ADN GLAM
A la tercera, 'Black shuck', chaqueta fuera y tatuajes y tirantes a la vista. Y con la cuarta, 'Mudslide', velocidad de crucero a golpe de 'hard rock', histéricos estribillos, toques de melodrama y amagos de himno, como 'Every inch of you', con su arranque a lo 'Cracked actor', de David Bowie. En la batería había restos de ADN glam, puesto que el titular era Rufus Tiger Taylor, hijo de Roger Taylor (Queen).
Concierto entretenido, con una niña llamada Nora sentada al teclado en 'English country garden', y Hawkins haciendo la vertical y aplaudiendo con los pies en 'I believe in a thing called love'. The Darkness tienen material y madera para recrear con resolución una idea del rock como 'show' exhibicionista e iconográfico, que en Bikini tocó techo con su versión, bastante 'heavy', de 'Street spirit (Fade out)', de Radiohead, y con un 'Love on the rocks with no ice' en la que Hawkins acabó cruzando la sala a hombros de un fan. Polvo de estrellas en pequeño formato.
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