CRÓNICA

Una magna celebración

Jordi Savall brilla con la 'Missa Salisburgensis'

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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La grandiosidad de la música religiosa expresada con la Missa Salisburgensis, máximo exponente del esplendor barroco de Salzburgo, encontró en Jordi Savall y sus formaciones la cumbre interpretativa. La obra de Biber, escrita en 1682 para conmemorar el 1100 aniversario del arzobispado de la ciudad unida a Plaudite tympana, himno festivo para festejar tal celebración, centraron esta bella rareza programática que fue expuesta en el Auditori con el rigor característico de las propuestas del músico.

La cita cumplió con las expectativas. Y es que el director y violagambista, que recientemente rechazó el Premio Nacional de Música como protesta por una política que da la espalda al legado musical del país, se ha ido ganando la complicidad de un público que valora su incansable trabajo interpretativo y de rescate.

ARSENAL SONORO / Para dar respuesta a las exigencias de una obra magna puso en juego todo su arsenal sonoro con los solistas vocales de La Capella Reial de Catalunya y los instrumentistas de Hespèrion XXI y Le Concerts des Nations. La capacidad de transmitir emociones, como sucedió en el Gloria ofrecido también como bis, colmaron la sensibilidad de la sala. Fue impactante el inicio con una fanfarria con todo el poderío del metal y estupendo el brillo coral en el motete Plaudite tympana. 

La recreación de Battaglia, pieza épica del periodo, con pasajes cargados de disonancias, y la Sonata Sancti Polycarpi, completaron un programa que sería difícil de disfrutar sin el empeño del genial maestro de Igualada.