la escapada

Tel Aviv, la Barcelona israelí

Es el polo opuesto de la religiosa y derechista Jerusalén. Progresista, 'gayfriendly' y cosmopolita, la ciudad también presenta algunos de los tics que sufren las grandes ciudades: la elitización y la expulsión del centro de las clases populares.

Tel-Aviv es una ciudad joven, fundada en 1909.

Tel-Aviv es una ciudad joven, fundada en 1909.

ANA ALBA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Somos la Barcelona de Oriente Próximo», dice, sonriente, un camarero en un bar de la playa de Tel Aviv, la ciudad más moderna y cool de Israel. Un grafiti en uno de sus muros la comparaba hace un tiempo con la capital catalana, uno de los destinos favoritos de los israelís.

Tel Aviv, de 405.000 habitantes, quiere parecerse a Barcelona. De hecho, cuando uno se baña en sus playas -las hay para todos los públicos, para surferos, gays, judíos ultraortodoxos (separadas del resto por vallas tupidas) y para perros- tiene la sensación de que podría encontrarse en una playa barcelonesa de los años 90, con la arena repleta de colillas, latas, y bolsas de plástico. Cabe recordar que en la capital catalana las campañas para concienciar a los bañistas sobre la limpieza surtieron cierto efecto.

Tel Aviv recuerda a la Barcelona que se preparaba para los Juegos Olímpicos: obras por doquier y edificios en ruinas al lado de otros nuevos o restaurados en zonas antes marginales que se han puesto de moda.

Verano indignado

Esta ciudad, la segunda de Israel en número de habitantes y que acoge a las embajadas porque Jerusalén no está reconocida internacionalmente como capital, comparte con Barcelona un tráfico desesperadamente denso y el entusiasmo de sus vecinos por salir a la calle, pasear y tomarse una cerveza en alguna de sus múltiples terrazas, recorrer el paseo marítimo en bicicleta o curiosear en el mercado. El más grande y bonito es el de HaCarmel, cuyas callejuelas aledañas están llenas de pequeños bares.

Cerca se encuentra el Boulevard Rothschild, donde en el verano del 2011 acamparon los indignados israelís inspirados en el 15M español. Esta avenida elegante se aleja de los barrios degradados del sur donde se hacinan inmigrantes y solicitantes de asilo africanos que el Gobierno israelí intenta expulsar -lo hace a menudo-. Los africanos han sufrido muestras de racismo con manifestaciones en su contra y algunas agresiones.

Rothschild es una de las avenidas más caras y se sitúa en el corazón de la Ciudad Blanca. En esta zona, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se pueden admirar los edificios diseñados por arquitectos de países europeos, muchos de ellos judíos alemanes de la escuela de la Bauhaus que emigraron a la entonces Palestina bajo Mandato Británico, en los años 30, por el ascenso de los nazis.

Estos y unos pocos edificios anteriores son las muestras arquitectónicas más antiguas de Tel Aviv, que. al contrario que la vetusta Barcelona, es una urbe muy joven. Se fundó en 1909 a poca distancia de la ciudad palestina de Jaffa, entonces centro cultural y económico palestino que hoy pertenece al municipio de Tel Aviv. En 1948, en la guerra que siguió a la creación del Estado de Israel, la mayoría de los palestinos de Jaffa fueron expulsados por los israelís.

En esta ciudad, que posee un hermoso casco antiguo, aún viven palestinos, pero a lo largo de los años se los ha desplazado de la zona más comercial y pintoresca a la que el ayuntamiento de Tel-Aviv, liderado desde 1998 por el laborista Ron Huldai, ha aplicado un lavado similar al que se llevó a cabo en el Born de Barcelona. Muchos comercios antiguos han pasado a ser tiendas de ropa y zapatos de jóvenes diseñadores israelís, aunque quedan establecimientos artesanos y tiendas de antigüedades. En el puerto de Jaffa, que se quedó anclado en el tiempo, se han abierto restaurantes modernos con cierto aire al Maremagnum.

Más allá de esta zona, en la Jaffa aún no colonizada por el glamur, está la ciudad decadente y a tramos degradada donde el idioma que más se oye es árabe, pero que cuenta cada vez con más vecinos israelís judíos y extranjeros. En los bares alternativos de Jaffa se dan cita palestinos con israelís de izquierdas que están contra la ocupación de Palestina. Pertenecen a la minoría consciente de que a tan solo 18 kilómetros se levanta el muro que aísla Cisjordania. Tel Aviv es una burbuja en Israel donde apenas hay rastro del conflicto con los palestinos, aunque en la Segunda Intifada fue muy castigada por los ataques suicidas.

Tecnología y diversión

Además de ser uno de los centros de alta tecnología más punteros del mundo, es un espacio de ocio. No en vano aquí se dice «Jerusalén reza, Haifa trabaja y Tel Aviv se divierte». En bares y restaurantes le hace la competencia a Barcelona y su oferta cultural es muy amplia. Muchos jóvenes de Jerusalén se trasladan a Tel Aviv para escapar de la tensión y la religiosidad de Jerusalén. En Tel Aviv, la mayoría vota a partidos de centro-izquierda. En Jerusalén, de derecha, ultra-derecha y religiosos. Si en las elecciones municipales del pasado octubre hubiera ganado el candidato del partido de izquierdas Meretz, Nitzan Horowitz, Tel Aviv tendría ahora el primer alcalde gay de Oriente Próximo. Y es que la ciudad es gay-friendly, como Barcelona, lo que la convierte en una isla en la región.

Y si hay algo que Tel Aviv envidia a Barcelona es, a pesar de los altibajos, la plantilla del Barça. Los israelís adoran el fútbol e idolatran al equipo de Messi porque si de algo carecen es de buenos equipos.