REGRESO DE UNA BANDA CARISMÁTICA

Wilco electrifica el Liceu

Rock 8El grupo estadounidense Wilco, anoche en el Liceu.

Rock 8El grupo estadounidense Wilco, anoche en el Liceu.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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En una de sus canciones, Misunderstood, Jeff Tweedy se dirige al personaje central, confuso y «malinterpretado», y le pregunta «do you still

love rock'n'roll?» («¿aún te gusta el rock'n'roll?»). Cuando se llevan tantos como Wilco tocando guitarras eléctricas, esta no es una pregunta innecesaria. Pero el grupo de Chicago la respondió anoche en el Liceu con claridad: sí, a Wilco aún le gusta el rock'n'roll, aunque lo entienda de una manera más matizada y evolucionada que hace dos décadas.

Y aunque cada vez le veamos en escenarios más confortables y acomodados. El grupo que en otros tiempos actuaba en salas como Razzmatazz le ha cogido gusto a los marcos mullidos: hace casi un año se estrenaba en el Palau de la Música, y anoche lo hizo en el Liceu, coliseo operístico desmitificado desde que sus muros acogieron el repertorio coplero de Isabel Pantoja. Anoche se registró un doble rito bautismal: para buena parte del público, poco familiarizado con el Gran Teatre, y a la vez, para el coliseo operístico, que acogió el concierto más rockero y electrizante de su historial. Era la tercera visita del grupo en un año (la segunda fue en el Primavera Sound), y quizá por eso el recinto no terminó de llenarse, aunque mostró un aspecto muy saludable.

Wilco abrió, precisamente, con Misunderstood, moviéndose en un escenario ocupado por amplificadores de aspecto antiguo, de banda clásica de rock, y coronado por una veintena de lámparas de mesa colocadas del revés. En las primeras canciones, el grupo mostró sus aptitudes para moverse, en segundos, de la sutileza más minuciosa al desenfreno eléctrico, adaptando a su manera el manual de Neil Young. En esa estética de extremos se situaron Art of almost You are my face, que cruzaron caminos con el rock fibroso de I might.

MOMENTO 'GUITAR HEROE' / Tras citar su última obra, The whole love, el público agradeció sonoramente el viaje al disco Sky blue sky con You are my face e Impossible Germany. Esta última canción, con un largo solo de Nels Cline que le doctoró como guitar hero y que condujo al conocido dueto con Pat Sansone, setentero sin manías y deudor de Thin Lizzy.

Tweedy abrió, por fin, la boca para dedicar amabilísimas palabras a la audiencia, «deliciosa y encantadora», según dijo. Añadió que «Barcelona es un hogar lejos del hogar», confesión comprensible dadas sus repetidas visitas en los últimos tiempos. Por suerte, Wilco no es de los grupos que trabajan noche tras noche con una lista inamovible de canciones, y en el Liceu brindó jugosos cambios de repertorio respecto a las últimas visitas.

El presente, encarnado en piezas como Born alone, Capitol city Whole love, casó sin resbalones con rescates de piezas como Handshake drugs y Radio cure, que mostraron perfiles más estridentes y abstractos. Wilco pudo con todo y quiso serlo todo: un grupo de rock con raíces abierto a la exploración; que mima las composiciones y trabaja intensamente el sonido y presume de técnica. Hasta las estridencias más crudas tenían anoche una textura de alta fidelidad. ¿Algún problema con el perfeccionismo?

Hubo más momentos intensos con Theologians, ese Via Chicago con tormenta incorporada y las  apuestas directas de Shouldln't be ashamed, Heavy metal drummer, Downed on me Shot in the arm, antes de una tanda de bises que incluyó viajes a Jesus, etc y I'm the man who loves you en un Liceu con las defensas derrumbadas. Sibaritismo sin objeciones.