ANÁLISIS

Con 'M' de memoria

Jesús Moncada, en el 2002.

Jesús Moncada, en el 2002.

JORDI PUNTÍ

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Puede decirse que la fundación literaria de Mequinensa -conMde Moncada, de memoria, de Macondo- tuvo lugar en 1981, cuando Jesús MoncadapublicóHistòries de la mà esquerra, su primer libro. Diez años antes, en 1971, habían terminado las obras del pantano de Riba-roja y el viejo pueblo de Mequinensa, el original, había quedado oculto bajo las aguas.Moncada, que tenía 30 años y había presenciado las obras desde su inicio, con todas las premoniciones y traumas que acarreaba la fecha decisiva, ya era entonces un escritor en ciernes, un lector apasionado.

En su empeño por revivir esa Mequinensa destruida,Moncadalevantó un territorio mítico único. El resultado era «un món bigarrat, ple de caràcter», en palabras dePere Calders, una obra que rescataba una geografía y unas formas de vida que el autor asociaba con su infancia.

Desde el principio,Moncadaencaminó su talento fabulador hacia tres focos distintos. El primero era el río Ebro, con las historias de navegación, con las minas y el oficio de minero, el transporte del lignito río abajo en los laúdes tirados por caballos. El segundo eran los vecinos de Mequinensa, con las anécdotas que se contaban en el café del pueblo, con las leyendas que se transmitían de padres a hijos. Toda una galería de militares y ricachonas, sacerdotes y niños, campesinos y prostitutas -esa fauna popular que dibujaba el autor en sus célebres dedicatorias-. El tercer foco era la lengua, un catalán particular del Ebro, vivísimo, fascinante, queMoncadasabía modelar con musicalidad y ritmo.

Van pasando los años y la obra de Jesús Moncadase ha fijado como un todo inseparable, un tesoro literario. Camí de sirgaes su novela de más éxito, el eje que vertebra el conjunto, pero una lectura te lleva a la otra, de los cuentos deEl cafè de la granota al pasado remoto que reconstruye enEstremida memòria, y siempre con la sensación de habitar un mundo propio. Verlo ahora sobre el escenario es un homenaje que se merecen su talento y su simpatía, su memoria.