EDICIÓN

Amat ilustra un lujoso libro para bibliófilos sobre 'La Odisea'

Frederic Amat, el pasado viernes en la Fundació Joan Miró, un lugar perfecto, según el pintor, para la «expresividad contemporánea».

Frederic Amat, el pasado viernes en la Fundació Joan Miró, un lugar perfecto, según el pintor, para la «expresividad contemporánea».

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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Esencialidad es la palabra más repetida por Frederic Amat a la hora de hablar de su trabajo en La Odisea, «un libro que es pura poesía», según el pintor. La esencialidad de los trazos caligráficos, de la tinta y del negro para ilustrar -aunque el pintor prefiere hablar de «interpretar visualmente»- el poema de Homero en una edición para bibliófilos que hoy pone a la venta Enciclopèdia Catalana. Los ejemplares firmados y numerados -600 en una edición de lujo más otros 50 para coleccionistas, todos con la traducción al catalán que hizo Carles Riba en 1948- incluyen 40 ilustraciones de Amat y un plato de cerámica  (foto silueteada) creado por el pintor y realizado por Antoni Cumella, un pieza que «evoca el remolino de Caribdis y el Mediterráneo, el gran escenario de La Odisea».

A Amat no le gusta hablar de ilustraciones porque su voluntad no es «narrar La Odisea con imágenes sino por interpretarla -explica-. Y es lo que he hecho, una interpretación visual que evoca y sugiere, no una representación acuarelista, putrefacta, carrinclona y decimonónica. He dado respuesta a un libro eterno desde la expresividad contemporánea». De aquí los «ideogramas o mandalas homéricos» que abren cada uno de los 37 cantos del libro (bajo estas líneas la imagen del encuentro entre Ulises y el Cíclope) y que «hacen visible la poética desde la fuerza de la tinta. Una tinta que me sale de las entrañas». Y el negro, «el color mayestático que cobija a todos los otros».

Aunque hay tres láminas en las que Amat rompe con el discurso del trazo caligráfico y oscuro con una explosión de color: verde, amarillo y rojo. «Son el mar, el sol y la sangre» que el pintor ve en las tres partes principales en que se divide el poema, porque si bien La Odisea «es muy trágica, también es muy luminosa». En estos «ideogramas», Amat confiesa que hay mucho de la experiencia japonesa que absorbió este verano durante el montaje de la escenografía de Ki. «En Catalunya siempre ha habido una mirada a Oriente por la capacidad de síntesis que tiene su caligrafía. Miró, Tàpies, Gaudí y Artigas son un ejemplo».

El encargo de ilustrar La Odisea le llegó hace un año y fue un «regalo» para un «entusiasta» del libro como es él. Su defensa del clásico es tal que tiene hasta un decálogo con los motivos por los cuales se debería leer, entre ellos figuran el ser «el primer libro de viajes y aventuras de Occidente» y el de generar «magnestismo con el mosaico de violencia, sensualidad, erotismo, quimeras, monstruos y tragedias que presenta».

Amat confiesa haberse leído la  historia que narra la vuelta de Ulises a Ítaca después de la guerra de Troya tres veces. La última, ahora, mientras ha estado trabajando en las imágenes para ilustrar el libro. La experiencia fue tan grata, que mientras llenaba libretas con dibujos y notas, contaba las aventuras del héroe griego a su hijo, que acabó abandonando a Batman para adoptar a Ulises, «una muestra más de la vigencia del poema», afirma Amat.