TRIBUNA BARCELONA

Eduardo Mendoza: "Sant Jordi es una fiesta absurda pero también simpática" (21-04-2009)

El autor de 'El asombroso viaje de Pomponio Flato' desplegó ironía en la evocación de su paso por las diades'

ELENA HEVIA

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Para Eduardo Mendoza la fiesta de Sant Jordi es como los Reyes Magos: pese a haberse convertido en algo mediático y publicitario, la magia se abre paso, "aunque los Reyes no nos hayan traído exactamente lo que les pedimos". Presentado por elexconseller de Cultura y hoy consejero delegado de la división de audiovisuales de RBA, Ferran Mascarell, el autor deLa ciudad de los prodigios convirtió su conferencia en Tribuna Barcelona en una divertida evocación de su paso como escritor en las distintas ediciones de la diada y de las transformaciones que ha experimentado la festividad.

Así, la que es "una de las personas más influyentes de la cultura catalana", como lo definió Mascarell --una consideración que zanja la polémica de los escritores catalanes de expresión castellana en la feria de Fráncfort--, se lanzó a relatar sus experiencias en esa "fiesta absurda pero simpática" empezando por el principio.

'Savolta', libro de culto

La primera novela de Mendoza,La verdad sobre el caso Savolta, se publicó en 1975, unos meses antes de la muerte de Franco. "Entonces los libros se lanzaban el mismo día 23 de abril. Por eso solo se vendieron 19 ejemplares y mi hermana compró unos cuantos para regalarlos a la familia". Por entonces el escritor se encontraba en Nueva York donde trabajaba como intérprete de la ONU y no se trasladó a Barcelona.

Más presencia, incluida la física, tuvo su participación en la festividad de 1976, con elSavolta convertido en un libro de culto gracias al apoyo deCambio 16, revista que por entonces tiraba un millón de ejemplares. La imagen del autor desterrado al centro de la Diagonal, por expreso deseo de un escritor consagrado que no quiso compartir la firma en Ancora y Delfín con el jovencito, no tiene precio. "Allí estaba yo sentado en una mesita y con un café, a las 9 de la mañana, con la Diagonal prácticamente vacía".

La cosa mejoró mucho para Mendoza a lo largo del día hasta acabar en la Rambla en el estand que allí tenía su sello, Seix Barral, donde editores y autores se vieron mezclaron en una manifestación con vapuleo y balas de goma incluidas. "Un miembro de la editorial se puso delante de una que iba dirigida a mí y por eso sigo siendo fiel a un sello que vela de esa manera por la integridad física de sus autores", bromeó.

De entonces a ahora

¿Cómo han cambiado las cosas? Mucho. "El público barcelonés de entonces era de una timidez caso enfermiza. Recuerdo el caso de una señora que, cuando le dijeron que el autor le podía firmar el libro, lo devolvió. En cambio, en Madrid venían los lectores acompañados de toda su familia a saludarte". Según Mendoza, la diferencia sustancial estriba en el crecimiento desmesurado de la mitología del autor: "Ahora se necesitan incluso guardias de seguridad para poner orden en la violencia y la tanganas que se montan".

Por ello no tiene el menor empacho en calificar de "tonta" a una mujer que se quejaba de haber hecho una cola de 45 minutos, en vano, para conseguir una firma suya: "Uno debe hacer una cola así solo por un medicamento". También manifiesta su extrañeza ante los raros compañeros de viaje que trae el Sant Jordi. "A veces se ha dado el caso de que yo era el único escritor en una larga fila de deportistas, mediáticos, dietistas... La fiesta te permite conocer a todo tipo defreaks". Con todo, y desplegando su proverbial ironía británica, se resigna: "Pensaba marcharme, pero este año me quedaré y firmaré. Al fin y cabo, es como un encuentro familiar".