NUEVO EQUIPAMIENTO CULTURAL

El Museu del Disseny abre con más de 14.000 visitantes

Unos visitantes observan una urna con objetos, ayer en el Museu del Disseny, en Barcelona.

Unos visitantes observan una urna con objetos, ayer en el Museu del Disseny, en Barcelona.

TONI SUST
BARCELONA

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El tiempo dirá si el interés se mantiene cuando la entrada del Museu del Disseny de Barcelona sea de pago, a finales de enero, pero por ahora los barceloneses acuden por millares al nuevo equipamiento cultural de la ciudad, que ha abierto sus puertas este fin de semana: el Museu del Disseny. Más de 14.000 visitantes acudieron a la cita entre ayer (10.000) y el sábado (4.000). Ayer por la tarde se registraron las primeras colas.

La procedencia de quienes se acercaban al museo era clara y diferenciada en dos grupos: circunspectos conocedores del mundo del diseño, serios y vestidos de oscuro, y vecinos del barrio, que este año han visto cómo el panorama cambiaba rápidamente en la plaza de las Glòries hasta hacerla irreconocible.

Las cuatro plantas del museo se dividen en cuatro temáticas: en la primera planta, 'Del món al museu', una muestra de diseño de producto, la más cercana para mucho público porque alberga electrodomésticos que estuvieron y están en nuestras cocinas: la máquina exprimidora de zumo de naranja Braun o el minipimer, obras de Gabriel Lluelles. También motos, como la Cota 247 de Montesa, o pinzas de hielo que no dejan caer los cubitos.

OLLA EXPRÉS O BOMBA ANTIGUA

 Junto a la primera fregona, un secador de 1973 y una trituradora de 1955, una mujer le susurra a su marido: «Este armario es de IKEA». Una olla exprés antigua que seguirá en muchas casas parece una bomba de la primera guerra mundial comparada con las modernas. «Yo tenía una de estas», dice un hombre señalando una lámpara».

En el segundo piso se guardan colecciones de arte decorativo de varios siglos: cerámicas, telas, retablos de Olot que eran cabezales de cama, berlinas mallorquinas que pasearon a nobles, muebles. Para muchos, es la joya de la propuesta, aunque otros preferirán los vestidos expuestos en la tercera, donde queda a la vista la evolución de la vestimenta, esencialmente la femenina, de la cotilla al diseño de ropa moderno. Allí se encuentra el retrato de Charles Frederick Worth (1825-1895), el primero en firmar sus vestidos y emplear a modelos para mostrarlos.

En la cuarta planta, una anciana le susurraba nerviosa a su hija: «No hagas fotos que no se puede». Y la hija, también entre dientes, replicaba que sí se podía. En ese piso el homenaje es al paso de oficio a profesión del diseño gráfico. Allí se muestran carteles como el de Iberia de 1950 que invitaba a volar con la compañía a Sudamérica, o el de Renfe publicitando en Francia un viaje en tren a la Península, en busca del sol.

Las cuatro exposiciones estarán unos cinco años allí y una quinta, temporal, se abrirá en febrero, Entonces, entrar en el Museu del Disseny costará 6 euros.