JORDI SÀNCHEZ

El pacificador

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POR toni aira

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Desde el pasado mes de mayo dirige la Assemblea Nacional Catalana (ANC), una asociación emblemática y decisiva que ha impulsado desde la sociedad civil el proceso soberanista que ahora llega a su hora decisiva. Y se llega ahí, como era de esperar, con circunstancias nada fáciles que sus principales protagonistas deberán capear con habilidad y audacia, como caminando por un campo de minas. En eso, Jordi Sànchez tiene experiencia que la avala.

Él fue uno de los impulsores de La Crida a principios de los años 80. Y tras el liderazgo de Àngel Colom, ayudó a reconducirla en un momento en que como entidad vivía cierta controversia a finales de aquella década. Con él se convirtió en la gran impulsora de la reivindicación independentista de cara a los Juegos Olímpicos de Barcelona. «Él es el autor de la campaña Freedom for Catalonia, es su padre», dice un compañero suyo de la época. Allí estableció heterogéneos vínculos de complicidad política y de amistad, y queda definido nítidamente desde el punto de vista ideológico como independentista, «pero no como un exaltado, sino como un tipo ordenado», advierte un amigo suyo.

Con todo, en esa etapa no solo hizo amigos, ya que en La Crida tuvo que afrontar luchas internas importantes, como la que libró contra los que querían hacer de la entidad un partido político. Sànchez, sin embargo, les plantó cara y mantuvo las coordenadas de La Crida, reivindicándola como pieza de la sociedad civil sinónimo de activismo con carácter transversal. ¿Les suena de algo? ¿A que tiene puntos de contacto interesantes con el actual momento de la ANC?

La prueba olímpica

Y llegaron los Juegos Olímpicos, y La Crida de Sànchez, por encima del papel de Òmnium y otras entidades, se convirtió en la verdadera plataforma de activismo soberanista que se proyectaba. Ese es un momento clave que reclamó de la capacidad de liderazgo de Sànchez, porque, como asumen algunos de los que formaron parte del proyecto: «Aquello nos envalentonó mucho e, incluso, algunos apostaban por cargarse los Juegos». Sànchez habría hecho posible como pocos que aquello no ocurriera, «y muy a pesar de él, aceptó la pax olímpica, que pacta con Jordi Pujol, sin renunciar a la reivindicación independentista». Evitó el campo de batalla. Se destapó como pacificador. Dicen que puso cordura con inteligencia política y que se demostró como un profundo conocedor de la estrategia.

Pasada la pax olímpica, Sànchez y los suyos llegaron a la conclusión de que ese vehículo de catalanismo pacífico pero contundente ya no tenía mucho sentido. Un político hoy ya retirado lo rememora, a partir del papel del actual presidente del ANC: «Allí cualquiera hubiera tenido la tentación de hacer política. Muchos lo hicieron, con la universidad por medio, pero él es un caso único: en vez de degradarse, irse o venderse, decidió disolver y enterrar La Crida con dignidad». Lo hicieron oficialmente en un gran acto en el Paraninf de la Universitat de Barcelona, en junio de 1993.

Con esta etapa de Sànchez en la Crida, muchos ven un cierto paralelismo con la actual ANC, una historia de éxito y a la vez una organización finita, con un objetivo que finaliza, en este caso con la independencia.

Después de 1993, Sànchez se dedicó a la universidad, en la Facultad de Políticas de la Universitat Autònoma de Barcelona, donde sintoniza con Jordi Porta y un mundo intelectual de izquierdas no dogmático que le lleva a la Fundación Jaume Bofill.

«Puro centro»

Allí hace carrera muchos años y, a partir de esta plataforma, establece vínculos con la Iniciativa de Rafael Ribó. Nunca fue militante, «y en más de un momento fue muy crítico», como dice un militante ecosocialista que lo conoció bien. Desde la órbita de Convergència, también lo defienden en estos términos: «Ideológicamente, ni era de Iniciativa entonces ni lo es ahora. Es puro centro». Y durante una legislatura fue consejero de la entonces Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals, a propuesta de Iniciativa, pero como independiente.

El siguiente cambio llegaría, de la mano de Rafael Ribó, cuando en el 2010 pasa a ser el adjunto del Síndic de Greuges, donde trabaja en un segundo plano hasta que asume el liderazgo de la ANC. Dejó una posición cómoda y asumió un riesgo. De nuevo. No pequeño. Con ese punto de paz de espíritu que parece que nunca pierda a pesar de las circunstancias.