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Martorell, contra las cuerdas

Martorell, durante su comparecencia ante la comisión de Afers Institucionals del Parlament, ayer.

Martorell, durante su comparecencia ante la comisión de Afers Institucionals del Parlament, ayer.

JOSE RICO
BARCELONA

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Xavier Martorell llevaba perfectamente escritos y calculados al milímetro los argumentos con los que rompía un silencio de tres meses desde el estallido delcaso Método 3.Dedicó ocho minutos a leerlos y luego los repitió dos veces en la comisión de Afers Institucionals del Parlament. Se ciñó al guion y obvió los interrogatorios de la oposición para no declarar nada que pudiera ser usado en su contra. Y es que, a la misma hora que comparecía, el fiscal Pedro Ariche estrechaba el cerco judicial sobre el director general de Serveis Penitenciaris al solicitar al juez que indague los encargos que hizo a la agencia de detectives cuando dirigía la seguridad del Barça. La oposición, incluida ERC, le exigió la dimisión. Los suyos, CiU, optaron por una tibia defensa. Y elconsellerde Interior, que le precedió en el uso de la palabra, ni pronunció su nombre para evitar arroparle.

Según su escueto relato, esos trabajos en el Barça y el resto de contratos que firmó en todo su currículo con la empresa de Francisco Marco tuvieron fines comerciales. Y todos, añadió en único dardo de su panegírico, los realizó por orden de «superiores», cuyos nombres se calló. Uno de sus jefes en el Barça, el exdirector general Joan Oliver, acababa de cargarle ante el juez la responsabilidad sobre las facturas de Método 3 que no guardan relación con elBarça-

gate, los informes elaborados sobre cuatro vicepresidentes del club.

«Jamás he encargado espiar a ningún político», dijo Martorell hasta una docena de veces. Después de tres meses de un incesante goteo de informaciones que, con documentos adjuntos en forma dee-mailsy facturas, le vinculan con supuestos encargos de espionaje a Método 3, el alto cargo de Justícia se colocó tras el parapeto de la legalidad y sugirió que su conciencia está tranquila. «Nunca he traspasado ninguna línea roja, ni ética ni legal», aseveró ante una sala en la que se encontraba uno de los presuntos espiados: el diputado de CiU Joan Recasens, investigado, junto con su correligionario Xavier Amador, cuando era edil de Unió en Sant Cugat. Martorell desmintió en bloque todo lo publicado, pero quiso negar especialmente, quizá por la trascendencia del rango, cualquier relación con el supuesto seguimiento al expresidente de la Generalitat José Montilla. Fue el único nombre propio que mencionó.

«Ni desde mis empresas, ni desde CDC, ni desde ningún otro lugar he tenido nada que ver con investigaciones a políticos», sentenció de forma machacona. Pero más allá de los políticos, se acogió al secreto profesional. La cláusula de confidencialidad le impidió detallar en qué consistieron las labores ordenadas a Método 3 durante sus años en Provinen (2004-2007) y en el Barça, donde aseguró que también trabajó con otras empresas del gremio. Bajo la presidencia de Joan Laporta, la agencia de Marco espió supuestamente al futbolista Gerard Piqué y a los exvicepresidentes Ferran Soriano -que también declaró ayer ante el juez- y Sandro Rosell (actual mandatario), entre otros.

Retóricas, una tras otra, quedaron las incisivas preguntas de la oposición, que exhibió la documentación que ha trascendido para poner de relieve que algo no cuadra con la explicación de Martorell. Tan solo les aclaró por qué dejó sus cargos en CDC pero no en el Govern. Lo hizo con un mensaje patriótico -«Elegí el país antes que el partido»- y un motivo de salud -«Soy diabético»-.

Todos los grupos adujeron que la sombra de sospecha le inhabilita para seguir en el cargo. ERC, el socio del Govern, hizo sus obligados equilibrios: defendió la presunción de inocencia del dirigente -único argumento de CiU- antes de aconsejarle que lo deje para «no erosionar» la política y, cómo no, el proceso soberanista.

TIRAR DE LA MANTA / PSC e ICV-EUiA sostuvieron que si ni elconsellerde Justícia, Germà Gordó, ni elpresident,Artur Mas, destituyen a Martorell es porque tienen miedo a que tire de la manta. De lo que podría no librarse es de que el Parlament exija su cese, aunque solo tenga un efecto simbólico. El PPC anunció que lo planteará al pleno y, si ERC mantiene la posición expresada, lamoción de censuraprosperaría. CiU, el único grupo que no dudó de su palabra, se limitó a ensalzar su gestión como director general de Prisiones, pese de los recientes episodios de fugas y suicidio de reos en Tarragona.

Quizá le doliese más el bofetón que minutos antes le había propinado Espadaler por inanición. El democristianoconsellerde Interior evitó hablar del dirigente para esquivar tan incómoda defensa. Incluso renunció al fácil pretexto de que Martorell no depende de él, sino de Gordó, cuya comparecencia fue vetada por CiU con el apoyo de ERC.