Al contrataque

¿El último clásico?

Jordi Évole

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Espero que el partido de ayer no haya sido el último Barça-Madrid. Algo así no puede perderse, con independencia de la independencia. Hay que separar la política del fútbol, como se demostró ayer en el Camp Nou, ese estadio que siempre fue un mosaico de ideas…

Si hay independencia, los Barça-Madrid deben seguir jugándose aunque tenga que retocarse la Constitución. Y si alguna autonomía se rebela, que Vidal-Quadras envíe a la Guardia Civil. Y la nueva Constitució catalana también tendrá que dejarlo claro: los Barça-Madrid no se tocan. Y si alguna veguería se rebela, que la Generalitat envíe a Vidal-Quadras (que acojona más que la Benemérita y te gastas la mitad porque la Guardia Civil siempre son dos).

Si España se rompe, que no se rompa la Liga. ¿Alguien se imagina una Liga BBVA sin el Barcelona? ¿Y una Lliga catalana patrocinada por CatalunyaCaixa? No doy crédito (ni ellos tampoco).

Sin la rivalidad Barça-Madrid yo creo que, para fichar a Cristiano, Florentino Pérez no hubiese pedido nunca dinero a CajaMadrid (lo que ahora se conoce como un «descrédito»), ni se hubiese gastado tanta pasta por Mou, ni por Kaká, ni por Pepe, un jugador que cuando oye el himno de Catalunya -Els segadors- piensa que se lo dedicaron a él.

La rivalidad entre barcelonistas y madridistas ha hecho posible momentos inolvidables de nuestra vida cotidiana. Como el placer de despellejar al eterno rival con los colegas y, de vez en cuando, añadir: «Lo que quieren los políticos es distraernos con el fútbol y que no nos preocupemos de la política». Como queriendo decir: «¡Que os tengo calaos!». Y seguir hablando de fútbol.

Los presidentes

Otro momento inolvidable: cuando Figo se independizó del Barça, sin referendo ni nada, y se fue al Madrid. El presidente culé era entonces Joan Gaspart, quien también ha aportado momentos inolvidables: «Me la sopla el Madrid. Ni equipo español ni mierdas. Soy culé antimadridista», dijo en una ocasión el Gaspart más diplomático. Sería un mediador ideal para limar asperezas entre Monago y Mas. También medía mucho las palabras Bernabéu, expresidente madridista. Afirmó: «Me gusta Catalunya a pesar de los catalanes». Igual don Santiago ya sabía que fueron presuntamente catalanes los que mataron al Mesías, esa «buena nueva» que ayer insinuaban en el diario de Pedro J.

Vivimos tiempos en los que los acontecimientos se precipitan. En menos de un mes, manifestación del 11-S, entierro del pacto fiscal, disolución del Parlament y convocatoria de elecciones. Todo va tan rápido que tengo miedo de que el Madrid-Barça de la vuelta ya no se celebre. De hecho, mi única esperanza es que todo siga yendo tan tan rápido que entonces sí que se celebre. Me explico: en noviembre, elecciones; en diciembre, referendo; en enero, nos independizamos; en febrero, volvemos a juntarnos con España y, el 3 de marzo, a ver el Madrid-Barça. Todo para que el de ayer no sea el último clásico. Igual hasta nos ponemos de acuerdo.