Editorial

El turno de Pedro Sánchez

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Felipe VI propuso ayer encargar la investidura al líder del PSOE, Pedro Sánchez, tras concluir la segunda ronda de conversaciones con los partidos. Sánchez fue el único candidato que se ofreció a intentarlo. Una vez más, Mariano Rajoy alegó que no cuenta con mayoría suficiente para no comprometerse a ello -el Rey no le reiteró ayer la oferta- y poner así en marcha los plazos para que algún candidato lo logre, o acudir a nuevas elecciones. Pese a lo difícil de la empresa, Sánchez tiene todo el derecho a tratar de buscar una mayoría de progreso y de regeneración.

Es complicado, pero al menos ahora podemos esperar que la fase del diálogo se ponga en marcha. Han pasado más de 40 días desde las elecciones del 20-D con la sensación de que los líderes de los partidos se han comunicado a través de ruedas de prensa, pero que nadie ha intentado hablar con un hipotético aliado. Por primera vez hay un candidato, y por lo tanto alguien que tome la iniciativa. El líder del PSOE empieza con la firme declaración de mutua incompatibilidad entre Podemos y Ciudadanos, y lo tiene también difícil para llegar a un acuerdo con Pablo Iglesias (y PNV e IU), además de la abstención de los independentistas catalanes. Sin contar con la reticencia de los barones socialistas ante esta última opción.

Sánchez se ha dado un plazo de tres semanas o un mes para buscar el acuerdo y comparecer ante el Congreso de los Diputados para ser investido, un periodo que incluye la consulta del hipotético pacto a las bases del PSOE como se comprometió el pasado sábado, en una inteligente jugada destinada a sortear a los barones.

No sabemos cómo va actuar el PP en los próximos días o semanas ante los pasos que dé Sánchez, pero se equivocaría si tratara de deslegitimar al líder socialista, cuando Rajoy ha evitado asumir la responsabilidad que le daba ser el líder del partido más votado. Cuestionar el paso de Sánchez significaría hacerlo con la decisión de Felipe VI que, en una situación que no vivió su padre en casi 40 años, ha tenido que gestionarla con prudencia, ante un PP que precisamente no se lo ha puesto fácil. Solo queda esperar, ahora que los procedimientos se han puesto en marcha, que los partidos muestren la capacidad de diálogo que el resultado de las urnas exige.