En sede vacante

El señor Cruyff devuelve la insignia

Josep Maria Fonalleras

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La historia se escribe con letras iluminadas y con caligrafía monacal. Pero siempre hay acotaciones al margen, escolios que explican el detalle, que nos dan información del perímetro y no del centro. Les pongo un ejemplo que me preocupa. En el Barça hay una cierta polémica porque la primera decisión de la nueva presidencia ha sido revocar el nombramiento deJohan Cruyff como presidente de honor. Hacía muy poco que lo era –su ascenso a un cargo tan honorífico, por obra y gracia del amigoLaporta, su amigo– es reciente y ya causó cierto revuelo. Ahora la cosa se repite, pero justo al revés. Ya sé que no hablamos de grandes decisiones políticas: es solo una disputa entre personalidades fuertes en un entorno muy proclive a este tipo de filias y fobias. Es lo que hay.

El señorCruyff, que es un mito y que sabe cómo actuar en cada momento y cómo incidir con sus gestos en la opinión pública, se presenta un viernes por la tarde en las oficinas del club decidido a devolver la insignia de alta dignidad del barcelonismo. El mismoCruyff, solo, hace aquel gesto de las películas de guerra en que los desertores y los traidores son degradados ante la soldadesca, siempre de manera injusta. La gracia, por decirlo de algún modo, es que preside su autodegradación. Pero como no hay nadie para recoger los galones, los deja sobre una mesa de conserjería, como queriendo decir: ahí se quedan. Y se va.

Lo que me inquieta es la secretaria que cogía el teléfono para intentar encontrar a alguien que atendiera a aquel hombre que decía ser el señorCruyffy que ella quizá identificaba con su imitador. La figura desolada, nerviosa y desamparada de aquella chica es una acotación al margen. La imagen que preside el cuadro.