Robert y las mujeres

Una frase de Reginald Marsh en la contraportada del último libro de Robert Crumb publicado entre nosotros, 'Art & beauty integral' (La Cúpula, casa madre de la extinta revista El Víbora), resume a la perfección el espíritu de la obra: "La tristeza y la inutilidad del hombre ante la belleza de la mujer...". El señor Crumb (Filadelfia, 1943) lleva dibujando mujeres sensuales, sólidas y macizas -prestando especial atención a los portentosos traseros de las de raza negra- desde los años 60, cuando empezó a convertirse en el personaje más interesante del cómic alternativo norteamericano. Esa tendencia le ha granjeado a veces acusaciones de machismo, pero los que le admiramos siempre hemos preferido considerarle una peculiar versión de 'l'homme qui aimait les femmes' de la película de Truffaut.

El libro que acaba de aparecer en España recoge los tres números de una revista que Crumb publicó para rendir homenaje al cuerpo femenino: el primero data de 1996; el segundo, del 2003, y el tercero, del 2016. Inspirándose del natural o de fotografías, lo que el lector encontrará -junto a un montón de citas de personas ilustres sobre las mujeres- es un montón de dibujos que resumen eficazmente la relación del autor con lo que Machado llamaba poéticamente la otredad. Hay mujeres de todas las edades y en todas las circunstancias, y aunque el componente erótico es fundamental, no es el único en esta confesión de una admiración continuada a lo largo de toda una vida. Salen algunas figuras conocidas, pero abundan las mujeres anónimas que, por un motivo u otro, captaron la atención del artista.

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En ocasiones, el señor Crumb nos recuerda a Michael Caine y Harvey Keitel en la secuencia de la piscina de 'La juventud', cuando ven meterse en el agua a una mujer preciosa e inalcanzable para unos carcamales de su quinta. A sus 74 años, el padre de Mr. Natural y de Fritz el Gato, vive (supongo que más o menos) felizmente en el sur de Francia con su esposa, Aline Kaminsky, que no sabe hacer la o con un canuto pero insiste en presentarse como dibujante de cómics, por lo que suponemos que sus tiempos de depredador sexual -siempre dijo que los hippies le importaban un rábano, pero que el ambiente resultaba muy adecuado para sus lúbricos intereses- quedan muy atrás. Pero la mente sigue enfocando lo mismo de siempre y dándole instrucciones a la mano para que lo dibuje convenientemente.