La manifestación soberanista de Montjuïc

La estrategia de los poderes del Estado de judicializar un conflicto político como el debate soberanista de Catalunya no parece, sin duda, la más adecuada para buscar una salida a la cuestión tan delicada. Y que tiene, además, respuestas como la de ayer en Montjuïc con la manifestación convocada por la Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural y Associació de Municipis per la Independència. Conseguir reunir en una convocatoria planteada hace solo 15 días a 80.000 manifestantes -cifra de la Guàrdia Urbana- en apoyo a los cargos electos investigados por la justicia -con el expresident Artur Mas, la presidenta del Parlament Carme Forcadell y las 'exconselleras' Ortega y Rigau a la cabeza- no es una cifra que deba desdeñarse. Es más, debería ayudar a que el Gobierno de Mariano Rajoy reconsidere su postura y abandone el inmovilismo más allá de buscar soluciones jurídicas. Habrá que esperar a ver si cambia esa inflexible dinámica con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en su nueva competencia respecto a la cartera de Administraciones Territoriales.

De la misma forma que la judicialización es un mal camino, tampoco resuelve nada la vía de la desobediencia planteada desde la órbita soberanista. Se trata de una huida hacia adelante impropia en un Estado de derecho. Es legítimo abogar por un cambio del orden legal vigente, pero siempre desde la negociación con el Estado en busca de un tan difícil como imprescindible nuevo equilibrio en la relación España-Catalunya.