El cuerno del cruasán

Gadafi es el quinto jinete

JORDI PUNTÍ

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La memoria es caprichosa y estos días, cuando veo aGadafi, pienso en él como el quinto jinete del Apocalipsis. Así me hablaron de él por primera vez. Esto hay que contarlo. Hace 30 años, en el Día de Sant Jordi, las librerías sufrían una competencia desleal. En un intento de conseguir clientes, las cajas de ahorros se sumaban a la fiesta y te regalaban un libro si ingresabas un dinerillo en la libreta.

Todavía hoy en día muchos salones exhiben ufanos esa biblioteca. Los Poldark; No digas que fue un sueño, Yo, Claudio…En 1981 las cajas regalaronEl quinto jinete, del dúoLapierreyCollins, y fue el primerbest-sellerque me zampé como quien come patatas fritas sin parar. El malo de la novela eraGadafiy me impactó como una amenaza real y siniestra sobre nuestro futuro.

Estos días he vuelto a hojearEl quinto jinete. La trama es tan típica de la guerra fría… Una nota anónima llega a la Casa Blanca: el coronelGadafi ha escondido una bomba atómica en Nueva York. Si dentro de 36 horas los israelís no han abandonado los territorios palestinos, la hará estallar. Mientras el Gobierno norteamericano remueve medio mundo y se pone heroico, Gadafi vive en una tienda de campaña en medio del desierto, rodeado de cabras, va vestido con una túnica de campesino y lleva un pañuelo árabe en la cabeza. Su amenaza moviliza a los señores del poder: aparecenCarter, Breznev, Giscard d'Estaing…Lo interesante es que hoy en día te encuentras estos nombres en el museo de cera, y no en los diarios, peroGadafi sigue en el poder (bueno, y los israelís tampoco se han ido de Palestina).

Hace décadas, pues, queMuamar Gadafise convirtió en un personaje como de ficción. Cuando dice que no dejará de luchar y morirá por Libia, lo dice porque está convencido de que es inmortal. No sé como los señores de las Naciones Unidas no se dieron cuenta antes: todas esas fotos con las gafas de sol, como unJack Nicholsondel desierto; todas las túnicas y las camisas floreadas, el bigotito, las condecoraciones, la mirada altiva y las exigencias de estrella cuando viaja por el mundo.

Ahora todos están en contra del dictador libio, y ya era hora, pero repaso su galería fotográfica y veo un montón de fans al lado de su ídolo: estánZapatero, Obama, Berlusconi,el reyJuan Carlos, Aznar, por supuesto. Todos sonríen. No falta nadie. Ni el Barça, que una vez jugó en el Camp Nou contra el equipo del hijo deGadafi. Cosa de los petrodólares, imagino.