MIRADOR
El diálogo, sin verdad, será un malentendido
Difícilmente se recuperará la mínima lealtad política en el Parlament y en Madrid
Jordi Mercader
Periodista.
Jordi Mercader
La escena de la Moncloa supone una pequeña dosis de oxígeno para una crisis política real de doble escenario, entre el Govern de la Generalitat y el Estado español, y entre catalanes y catalanes. La recuperación de la normalidad institucional no es ninguna solución, es un factor imprescindible para ponerse a trabajar en el fondo del problema. Hay otro factor ineludible previo a poder pensar en un diálogo real, la recuperación de la confianza mutua, maltrecha por un cúmulo de mentiras, juego sucio e incógnitas. Y luego está la espada de Damocles del proceso judicial, condicionante de los tiempos de cualquier iniciativa.
La experiencia vivida exigiría una 'comisión de la verdad' que permitiera la creación de un relato completo y compartido para fijar dónde estamos, analizar los errores, disipar mentiras y revelar verdades. Sin verdad, estamos condenados a un malentendido crónico, aunque, no nos engañemos, el sumario de esta comisión sería difícil de consensuar.
Intentemos una aproximación. ¿Por qué el Gobierno catalán del 2010 no instó a una consulta para rechazar el Estatut desfigurado? ¿Cuál fue el interés que indujo al Gobierno Rajoy a no intervenir políticamente al día siguiente del pleno de la desobediencia de septiembre, optando por la vía judicial? ¿Cómo se explica que el Congreso no haya investigado las agresiones policiales del 1-O? ¿Quién dio la orden de intervenir aquel día, incluso sabiendo que la convocatoria había sido desnaturalizada por la Generalitat con la proclamación del colegio universal?
¿Quién aconsejó al Rey el fondo y la forma de su intervención? ¿Existió negociación para frenar el 155 con la convocatoria de elecciones? ¿Por qué el fiscal introdujo el delito de rebelión justo cuando la Generalitat estaba dudando sobre qué hacer? ¿Cómo se explica qué Puigdemont no proclamara ninguna república el 27-O y dijera lo contrario? ¿Por qué motivo los partidos independentistas no llamaron a la desobediencia al 155 y aceptaron participar de los comicios convocados bajo dicha intervención? ¿Por qué el ministerio fiscal no ha solicitado la libertad condicional de los procesados por rebelión?
El 'procés' es un cúmulo de sospechas. Así, difícilmente se recuperará la mínima lealtad política en el Parlament y en Madrid para enfrentar un conflicto del que, probablemente, Sánchez y Torra serían incapaces de consensuar públicamente una formulación satisfactoria por temor a sus retaguardias más integristas.
Lo de Moncloa del lunes estuvo bien porque hay ganas de ser optimista. No obstante, a nadie se le va a escapar que sobre el fondo de la cuestión, están en las antípodas; sobre la recuperación del autogobierno y sus comisiones hay acuerdo, pero le dan un valor muy distinto. Incluso se tambalea la esperanza de que vaya a servir, como mínimo, para poner el contador de la confusión a cero. Ahí donde Sánchez ve un imposible constitucional en el derecho a la autodeterminación, Torra dijo ver la única salida, pero para desarrollar en próximas reuniones.
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