El plan de Sheldon Adelson

Un complejo a debate

¿Si no hubiera crisis ni paro, aceptaríamos el proyecto de Eurovegas? Seguro que aún tendría más detractores

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XAVIER BRU DE SALA

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Por sí mismo, este debate es importante, pero sobre todo porque a través de él discutimos del modelo de país sin interferencias. La intuición nos debería decir que prefigura otros debates que posiblemente mantendremos los catalanes, en tiempo tal vez no muy lejanos, cuando Catalunya estrene soberanía. ¿Cómo queremos que sea este país? Ahora estamos tan condicionados por Madrid, y con tantas ganas de alejarnos del pozo donde se ha metido España -y hacia el fondo al que nos arrastra-, que es imposible encontrar la serenidad necesaria, ni siquiera los parámetros justos del debate hispánico. Todo llegará, si no lo estropeamos por el camino. Mientras tanto, discutimos de Eurovegas con una carga extra, casi simbólica, que no presenta contrapartidas. El tema ha entrado en las casas y se comenta en la mesa, en la sobremesa y con los amigos. Buen síntoma.

De momento, y según el sondeo de este diario, gana elnoentre la ciudadanía. Mi posición de partida, y veremos si la reflexión en voz alta que son estas líneas la matiza poco o mucho, es contraria. Como la mayoría de lectores, opino que el juego se ha de admitir pero en unas proporciones justas y modestas. Tal como tenemos hoy el tema de los casinos, ya está bien. Que se sepa, los empresarios no se habían quejado o propuesto abrir más. En esta situación, el planteamiento deSheldonAdelsonrompe los esquemas y supera la imaginación. Es enorme, desequilibra. Es como si a un plato de la balanza le añadiéramos un peso de tal magnitud que hiciera inútil la propia balanza. Eurovegas significa para muchos prostituir la idea de Catalunya.

Sin embargo, la maldita crisis puede llegar a convertir esta prostitución simbólica en una obligación moral. El Govern justifica su intensa dedicación aAdelsony sus ejecutivos con dos tipos de argumentos. El primero, y más fuerte, es la disminución del paro como prioridad de prioridades. El segundo, brindado con la boca más pequeña, se refiere a la bondad intrínseca del complejo, que no tendría nada de extraño y encajaría con el modelo turístico del país. ¿Vemos, pues, fantasmas donde no los hay? ¿Resultará que las ventajas en forma de atracción de visitantes, nuevas capitalidades, más congresos, ferias y convenciones, más cruceristas en el puerto y nuevas oportunidades de universalización para la alta cocina catalana superan con mucho los inconvenientes? ¿Solo presenta problemas medioambientales en uno de los territorios más trinchados de Catalunya?

Si se hace, cosa muy probable, el tiempo dirá si nos sujetábamos el alma con papel de fumar. Quizá los contrarios deberemos admitir que estábamos equivocados. Pero si se hace y resulta que teníamos razón los que no lo veíamos claro, entonces el daño será irreversible. En todo caso, la comparación genérica con Port Aventura parece algo cogida por los pelos. Me atrevería a decir que la mayoría de los que no vemos nada claro lo de Eurovegas estábamos a favor de Eurodisney o, una vez perdido, de cualquier otro sustituto viable.

Por tanto, la pregunta clave creo que es: ¿y si no hubiera crisis ni este paro galopante, querríamos Eurovegas o no? ¿Lo impulsaría el Govern con el mismo fervor? Me parece que no. ¿Tendría aún más detractores de los que tiene en la actualidad? Seguro que sí. Ahora toca ser pragmáticos por el peso del paro, pero a costa del idealismo y los principios. ¿Qué Catalunya prefiere usted, la que solo se fija en los intereses o la que pretende mantener y profundizar el peso de los valores que la han llevado hasta aquí y la diferencian? Que cada cual responda estas preguntas, y las que se pueda formular, como le parezca.

El debate no es inútil. No lo es porque revela otros debates de auténtico fondo. Y no dejaría de ser muy útil aunque un día descubriéramos que la decisión estaba tomada, o cuando menos muy orientada, desde antes de empezar. Tiene fundamento lógico la sospecha de que una de las ciudades es la liebre para que la otra mejore condiciones. Quieras que no, la competencia favorece a los inversores. Ahora bien, es un hecho que la gente, Europa y el mundo, prefiere venir a Barcelona antes que ir Madrid. Esto lo sabemos todos. En todo caso, parece que la rivalidad con Madrid no ejerce influencia gravitatoria sobre el debate intracatalán. Al contrario, se impone la preferencia para que Eurovegas se vaya, sobre todo a Madrid. Para muchos, quizá la mayoría, la cuestión es quitárnoslo de encima.

Tampoco vuelve inútil el debate el hecho de que, con un punto de pesimismo, acabe siendo verdad lo de que, nos pongamos como nos pongamos, igualmente habrá complejo de ocio y juego, en versiónAdelsono en versiónLao(Cirsa) y los socios que pueda recoger por el mundo. Aquí la comparación con Port Aventura sí es pertinente: si falla el gran inversor americano, nos buscamos otro más cercano y manos a la obra. No tan faraónico, pero quizá menos desencajado con el entorno humano, geográfico, de país.

Escritor