Dos miradas

Cercas y Rajoy

JOSEP MARIA FONALLERAS

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En un domingo gris y lluvioso, con aquella lluvia fina que describe la llegada de las tardes largas y aburridas, también amables y discretas, ahora que en el aire -ahora, sí- ya se respira la inminencia del otoño y de su melancolía, en este domingo, pues, leo la carta de Rajoy.

Se parece tanto a la irrelevante gramática del folclore administrativo franquista que da, en este sentido, una cierta grima. Responde, por supuesto, a una manera de observar la realidad que proviene directamente de la mentalidad del registrador, empeñado en configurar una sintaxis en la que solo existe el deseo oculto de decir vaguedades retóricas a partir de una terminología rígida y coriácea, antigua. Quizá me estoy embalando. Es lo que tienen estas tardes lánguidas. Pobre Rajoy, condenado por los siglos de los siglos a escribir con esa prosa de provincias, en el mismo lenguaje que, de jovencitos, nos introducía en las «peculiaridades regionales y al gran acervo cultural español». Su «profundo afecto» por la sociedad catalana «en su conjunto» es heredero de aquellos manuales fascistas que destacaban, de Catalunya, «el sabroso salchichón de Vich».

Acabo el domingo con una lectura del gerundense Javier Cercas, una muy peculiar defensa de la democracia. Rajoy podría haber escrito este artículo y Cercas podría haber enviado su texto, en formato de carta, a la «Pina» de Sant Jaume. Dicen lo mismo. Bien, de acuerdo. Cercas escribe mejor.