La última victoria del Barça en el Bernabéu

Centauros a Wembley

La estrategia de Mourinho incluía la intimidación previa a los árbitros, pero no ha bastado

Centauros a Wembley_MEDIA_2

Centauros a Wembley_MEDIA_2

XAVIER BRU DE SALA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mourinhoquería aprovechar la contundencia física de sus torres,Guardiolala elegante agilidad de los caballos. Aunque en esta ocasión se hubiera salido con la suya, hay algo diáfano: el Madrid va contra la corriente; el Barça a favor de la corriente. ¿De qué corriente hablamos? De la corriente general del fútbol. No tan solo va a favor,Guardiola, sino que lidera la corriente, la hace discurrir y avanzar por su espacio natural. A continuación hablaremos de ello.

Antes, celebremos como es debido el 0 a 2. Misión imposible -reconoce el propio campeón mundial de liarla- marcar un mínimo de tres goles en casa del Barça en la vuelta. ¿Alguien imagina que puedan conseguir el 0 a 3 o el 1 a 3 que necesitarían? Un 2 a 4 también los clasificaría, pero todavía resulta más difícil de imaginar como posibilidad cierta. Bien es verdad que aún hay que jugar 90 minutos, pero nadie ve a este Madrid en situación de cometer una proeza parecida contra el Barça. La Liga está en el bote, solo falta el lazo que lo selle. La Champions está cerca. Si no se produce un cataclismo, este año el Barça volverá a ganar en España. Ha hecho también lo más importante para coronarse en Europa.

La Copa se escapó por los pelos o por unos centímetros, según la acertada visión deGuardiola queMourinhoretorció a favor de su estrategia. Ahora no diremos que no existían razones para desconfiar del resultado del miércoles en el Bernabéu. El pesimismo, el miedo ante el Madrid, tenían fundamento en el empate que consiguieron jugando con uno menos en la Liga y todavía más en la victoria en la Copa. Tenían fundamento en las bajas y los agujeros en la defensa. Tenían fundamento en la consideración general de que el Madrid yMourinhoson especialistas en el dominio de la tensión. La estrategia del entrenador blanco, que incluía la intimidación previa a los árbitros para jugar al límite de la dureza, ha tenido un cierto recorrido, pero no ha bastado. Las torres gigantes han rodado por la hierba. Los caballos, ahora centauros, han saltado de alegría. Se lo merecían. Se lo merecían, y ahora entramos en materia, del mismo modo que España merecía el Mundial. Se lo merecían porque el Barça va a favor de la corriente general y el Madrid en contra.

Hay una cosa queMourinhono está en condiciones de tener en cuenta, pero que tendría que hacer pensar aFlorentino Pérez.El fútbol, sobre todo el europeo, que marca la pauta, ha cambiado bastante en los últimos años. Sin ser especialista, diría que la victoria de la selección griega en la Eurocopa del 2004, que ganó sin merecimiento contra Portugal, el anfitrión, con indignación general por el juego sucio helénico, marcó un cambio general de rumbo: había que diferenciar más fútbol y violencia. El entrenador del Madrid, que es portugués si no me falla la memoria, lo debe de tener en la cabeza. Seguro que lo tiene presente y le escuece, pero, insisto, con el equipo del que dispone tiene que jugar como aquella nefasta Grecia.

Construir o destruir. Belleza o dureza. He ahí los dos binomios dominantes, que el fútbol trenza de forma insuperable. Construir juego contra destruirlo, combinado con el ejercicio de la dureza contra la belleza. La corriente general futbolística va a favor de la construcción del juego y la belleza. De ahí que la destrucción y la dureza tengan no tan solo mala prensa, sino que estén mal vistos por la UEFA, que es la autoridad reguladora. Lo están porque es lo que quiere la audiencia global. Todo el mundo sabe que el fútbol no es un juego de mírame y no me toques, pero una cosa son las faltas, y el Barça a menudo comete muchas y ve tarjetas como todo el mundo, y otra repartir estopa a diestro y siniestro según la táctica griega del 2004 queMourinhoha perfeccionado remando contra la corriente.

Para entender bien por dónde va el fútbol hace falta tomar distancia emocional. Cuando no eres de ninguno de los dos que se enfrentan, y es el caso de los centenares de millones de telespectadors que son la fuente del dinero, quieres ver buen fútbol. Si juegan los tuyos, no te importa que ganen como sea. Pero si eres inglés o brasileño, quieres que los dos equipos jueguen a fútbol. Para que se cumpla esta condición fundamental, es imprescindible restringir la dureza destructiva. Esto hacen los árbitros, en términos generales. Por ahí van e irán las cosas. El Barça, que se preparaba para ello desde hace muchos años, ha dado con ello, lo aprovecha, señala el futuro, marca el camino. Dure lo que dure este ciclo, la limitación de la violencia dentro y fuera del campo es irreversible. Van de capa caída la violencia y sus aliados, prepotencia, intimidación, soberbia, petulancia, tergiversación y chulería. Madrid chulea a Barcelona y Catalunya en todos los ámbitos, porque Madrid dicta las normas. Pero resulta que en el fútbol las dicta Europa, de forma que tanto el club blanco como su entorno mediático tienen que rebobinar la cinta.Florentino Pérez, que no es ningún chulo, tendría que iniciar el cambio de ciclo o resignarse a tirar el dinero a cambio de nada. O de una copa de consolación muy de tanto en tanto.

Escritor.