Las sorpresas de una década
Balances, perspectivas y profecías
El 11-S, Bin Laden y Al Qaeda dejaron sin efecto todos los vaticinios hechos al acabar el 2000
Pere Vilanova
Catedrático emérito (UB).
PERE VILANOVA
La verdad es que a estas alturas, los lectores habrán tenido sobradas ocasiones de repasar en los medios de comunicación el preceptivo balance del año. Por esta razón, quizá valga la pena hacer un ejercicio algo distinto, como volver la vista atrás y ver qué tipo de balances, perspectivas y profecías se hacían hace ahora exactamente 10 años, cuando vencía el 2000 y nacía el 2001. Hubo un debate, a veces apasionado: el año 2000, ¿era el último de la década de los 90 o el primero de la década siguiente? No se rían, asistí a debates enconados sobre esta cuestión hace 10 años.
Hagan memoria: ¿qué iba a suceder exactamente a las 12 de la noche del 31 de diciembre del 2000? Nada menos que elefecto 2000. Un supuesto fallo informático debido a una enigmática falta de previsión de no se sabe quién iba a provocar que la entrada de la cifra 2000 en todos los ordenadores del planeta (todos) lo colapsaría todo. Se caerían aviones, se detendrían las centrales eléctricas, térmicas, nucleares, los sistemas de toda la banca mundial, amén de que nos íbamos a quedar sin calefacción y sin teléfono móvil. Nada menos que en pleno invierno. Es una de las leyendas urbanas planetarias más brillantes jamás inventadas. ¿Y qué pasó? Nada.
Pero también se hacía balance de problemas tan reales como imprevisibles. Durante el año 2000, índices como el Nasdaq subieron y bajaron y al final del año habían perdido el 50% de su valor. Mientras, el petróleo, del que se decía que estaba demasiado alto, se quedaba en 35 dólares el barril, su precio más alto de toda la década de los 90. A la vez, no se hacían adecuadamente los deberes relativos a las «lecciones aprendidas» de la crisis financiera (del 97) de los nuevos dragones asiáticos de la zona Asia-Pacífico, de impacto ya global por sus repercusiones en ese extraño territorio de la especulación financiera permanente y virtual (en la red).
Por su parte, el mundo empezaba a prestar atención al fenómenoPutin,y ese fin del año 2000 ya daba pie a consolidar un balance provisional de sus diferencias conYeltsin. Este tuvo su guerra de Chechenia;Putinacababa de poner en marcha la segunda (en 1999). Hagan balance hoy, 10 años después, y verán quePutinya tenía claro en el 2000 que quería resituar a Rusia en el mapa, en todo caso marcando claras líneas de firmeza frente a Occidente.
En el 2000 se estaba todavía digiriendo elefecto Kosovo, y desplegando las misiones KFOR (de la OTAN) y UNMIK (de la ONU). Diez años después se puede hacer balance, y los hay para todos los gustos, pero Serbia acabó perdiéndolo todo, hasta Kosovo. Rusia recicló el caso de modo que en su política exterior ha sido una baza muy importante hasta hoy. En el 2000 casi nadie hablaba de Osetia del Sur o de Abjasia, pero cuando en agosto del 2008 Georgia reabrió imprudentemente el tema,Putinrespondió localmente con sus soldados, y globalmente con¿y qué hay de Kosovo?En síntesis, ahora podemos verificar que, en el 2000,Putintenía una idea muy clara del lugar que Rusia debía ocupar en el concierto internacional, además de un cierto modelo de Estado y de gobernanza interna para la sociedad rusa.
Pero quedan al menos tres temas para la reflexión. El primero es Europa o, si prefieren, la versión Unión Europea de Europa, pues la UE es solo una de las expresiones supraestatales del proceso europeísta (junto con el Consejo de Europa, la Alianza Atlántica y la OSCE). El 2000 fue el año de la firma del Tratado de Niza, que modificaba el de Amsterdam (de 1997), que a su vez modificaba el de Maastricht (de 1992). Recuerden: Niza iba a ser un remiendo provisional, para salir del paso, una versión transitoria para un supuesto gran salto adelante, que vendría poco después de la mano de dos sonadas y polémicas decisiones: la mal llamada y fallida Constitución europea, y la famosa ampliación de 15 a 27 miembros de la Unión. Pero el hecho es que Niza ha durado hasta el 2010, el año del Tratado de Lisboa, más que ningún tratado anterior desde el Acta Única de 1987. Y el 2000 ponía supuestamente en marcha la ambiciosa política exterior y de seguridad común. Aquí, el balance, 10 años después, es francamente mejorable.
En diciembre del 2000,George W. Bushacabó ganando las elecciones caóticamente. Se sabía relativamente poco de su programa en política exterior, y en parte aparecía más bien aislacionista, una especie de anti-Clinton,partidario del concepto EEUU, potencia solitaria (deHuntington). Decía, por ejemplo, que EEUU no tenía que dedicarse a «construir naciones» y tampoco inmiscuirse en el conflicto de Oriente Próximo, donde, por cierto, acababa de fracasar el proceso de paz de Oslo/ Camp David y empezaba la trágica segunda Intifada. Su primer presupuesto de defensa se centraba casi exclusivamente en proyectos tecnológicos, aeroespaciales y de sistemas antimisiles.
Pero en el 2000 tampoco sabía el mundo que el balance del año 2001 sería muy distinto, entrarían en escena el 11-S,Bin Laden,Al Qaeda y todo lo que siguió su estela.
La cantidad de cosas que no sabíamos que pasarían durante la década siguiente, ¿verdad?
Catedrático de Ciencia Política de la UB.
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