La memoria histórica

Mirar atrás sin miedo

Miremos atrás, sí. Y escribamos las páginas de la historia que nos faltan

El Valle de los Caídos.

El Valle de los Caídos. / FS TH**LON**

Núria Iceta

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No estuvo muy fina Susana Díaz el otro día hablando de memoria histórica cuando dijo que «debemos construir una sociedad que no mire hacia atrás, sino hacia adelante». Inmediatamente este monstruo de mil cabezas que son las redes sociales se le echó encima haciéndole notar el oxímoron de pretender hablar de memoria histórica sin mirar atrás. Creo que si superas la voracidad del sarcasmo digital ya se entiende que quería decir, que no miráramos atrás para quedarnos allí, para regodearnos o por nostalgia. Debía ser una advertencia como la de la mujer de Lot, que por mirar atrás se convirtió en estatua de sal. Sabe mal porque es precisamente en Andalucía, junto con Catalunya y el País Vasco, uno de los lugares donde se han puesto más recursos y se han emprendido más políticas de memoria de todo el Estado, a pesar de que seguimos sin saber dónde están los restos de García Lorca.

A punto de cumplirse 80 años del final de la guerra civil y 40 de Constitución española vamos lentos, o tarde, en muchos temas, pero parece que por fin se aborda la ignominia del Valle de los Caídos. Es urgente que deje de ser un monumento enaltecedor del fascismo, que expone los restos del dictador como los de un héroe nacional, un monumento que él mismo hizo construir los represaliados. Es que no puede ser más vergonzoso. Entiendo que este paso importante del Gobierno socialista español irá de la mano del desmantelamiento de la Fundación Francisco Franco, ¿verdad? No se podría entender una cosa sin la otra. Una institución que manifiesta su «objetivo de poner de manifiesto la grandeza de la vida y obra de Francisco Franco y de la España que creó». Queda todavía mucho trabajo por hacer en cuanto al reconocimiento del daño causado y la reparación de las víctimas. Demasiados muertos sin identificar. Demasiadas tumbas sin dignificar.

Miremos atrás, sí. Y escribamos las páginas de la historia que nos faltan. No es necesario que nos quedemos en el pasado, tenemos que seguir avanzando como sociedad, pero no tengamos miedo, no nos convertiremos en estatuas de sal como la mujer de Lot. Quiero creer que somos una sociedad madura y sabremos pasar página.