Cine mayúsculo

'Cold war', en glorioso blanco y negro

¡Cuánto amor y dolor y pasión y deseo! ¡Cuánta impaciencia! ¡Cuánto desencanto! ¡Cuánta esperanza no hay en esas miradas de cada reencuentro! 'Cold war' es una de las películas del año, sino 'la película del año'

Josep Maria Pou

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En glorioso blanco y negro. Así se anunciaban, en los tiempos del celuloide en lata, algunas películas. Y en glorioso blanco y negro he visto yo esta semana 'Cold war', una fascinante historia de amor interrumpida a cada paso por descomunales desencuentros. En falsos tiempos de paz, en tiempos de guerra fria, sobrevivir y defenderse con lo mínimo es, quizá, lo más importante. Y a los dos amantes de la película lo mínimo les llega tan racionado y en espacio tan breve que apenas si les deja tiempo para el primer reconocimiento.

¡Cuánto amor y dolor y pasión y deseo! ¡Cuánta impaciencia! ¡Cuánto desencanto! ¡Cuánta esperanza no hay en esas miradas de cada reencuentro! 'Cold war' es una de las películas del año, sino 'la película del año'. La recomiendo con la misma pasión de sus protagonistas, aun sabiendo que a un amplio sector de público se le puede hacer difícil (o inaceptable) el formato de la proyección, tan alejado de los habituales. Pero es ese extraño formato, precisamente, el que te convierte en un extraño ante la pantalla, sufrido 'voyeur' de algo íntimo, privado, más cerca del cine familiar tomado en cámara rudimentaria que de los formatos panorámicos al uso.

Y luego, el blanco y negro. Tan duro. Tan contrastado. Tan sin matices de gris, porque no los había en el tiempo de la historia que nos cuenta. Un blanco y negro que dispara la memoria y que me lleva directamente a algunas de mis más queridas películas: 'Matar a un ruiseñor',  'Ciudadano Kane', 'Eva al desnudo' o 'La caída de los dioses'. ¡Y la música! 'Cold war' es, también, un musical mayúsculo. Tan así, que sin el peso de la música no entenderíamos ni el paso del tiempo ni el poso de la historia.

Martin Scorsese, maestro de maestros, ha dicho esta semana en Asturias, repasando su biografía: “Eran los 60. Entrábamos en un cine, cualquier día, y veíamos una obra maestra. Ahora eso es imposible”.

Es díficil, maestro; lo reconozco. Difícil, sí. Pero no imposible. Yo la he visto esta semana a cien pasos de mi casa.