Urnas en diciembre

Andalucía: elecciones de desgaste

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, durante un acto este domingo en Jaén.

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, durante un acto este domingo en Jaén. / JOSÉ MANUEL PEDROSA

Javier Aroca

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A las seis de la tarde, podría haber sido a las cinco en punto, más lorquiano, pero son cosas del  cambio de huso horario. Habrá elecciones, ha sentenciado Susana DíazSusana Díaz. Muy claro lo tuvo que tener su socio Ciudadanos cuando abandonó a un PSOE, en minoría, hace un mes. Se devolvieron las fotos y el rosario y fuéronse sin apenas reproches creíbles. Olía a ruptura de mutuo acuerdo, pero eso solo lo saben Díaz y Rivera.

Cuando una legislatura acaba, se rinden cuentas y los unos y los aspirantes presentan balances y proyectos. En este caso, no. Ha sido una legislatura huera. Si acaso, el Ejecutivo andaluz ha resistido la crisis con mejores palabras, ha sorteado las trampas del Gobierno de Mariano Rajoy con más o menos fortuna, ha sido más social, pero, pocas nueces. Y las cifras de casi siempre, paro, poca o nula inversión, otra vez a la cola de la UE. Lo peor es que sus protagonistas siempre han tenido un ojo más allá de Despeñaperros, por aspiraciones políticas, conspiraciones pero, sobre todo, por dependencia.

Ciudadanos no saca nada de su apoyo al PSOE que permita creer que los andaluces vivimos mejor, no hemos aprendido a pescar,  y el PSOE sigue inmutable. IU y Podemos se unen electoralmente, con discrepancias en la izquierda y desmoronamiento orgánico por doquier. Y el PP, perdido en su eterna oposición; su líder, Juan Manuel Moreno Bonilla, cuando intuyó la hora del anuncio, ideó una estrategia “prodigiosa”: citar a la prensa delante de una casa de “tratos” donde seguramente se gastaban el dinero público unos puteros socialistas para dar rienda suelta a sus incapacidades cerebrales y sexuales. Pero eso; el aspirante  me recordaba a Platanito, pidiendo una oportunidad.

Serán las eleciones de todo menos andaluzas. Los problemas de Andalucía no interesan. Albert Rivera y Pablo Casado ya están por aquí guerreando a Pedro Sánchez; la guerra que sus subalternos, Moreno Bonilla y Juan Marín, serán incapaces de hacer a Díaz.  Traen conflictos ajenos para desgastar a Díaz y a Sánchez, con Catalunya, principalmente. La legislatura empezó con desgaste, con la retirada forzada de José Antonio Griñán y Manuel Chaves, los EREs, luego, la formación, las tarjetas de los cutres sin sexo ni seso. El PP abunda desde su isla filibustera del Senado citando a Díaz, el 8 de noviembre, pero convertirá su comparecencia en agravio, además, se adelanta a la sentencia de los EREs.

Lo paradójico es que Sánchez está interesado en que Díaz arrase. Lo veremos el día 10, si su ministra y antes consejera andaluza da un respiro financiero y de inversiones a Andalucía. Será a beneficio de inventario si no hay Presupuestos, pero da igual, será la señal.

No se sabe si la fecha está consensuada pero Sánchez sabe que si su partido gana, se refuerza su granero para las generales. Además, sus adversarios, PP y Ciudadanos, quedarán maltrechos orgánica y electoralmente (algunos sondeos dan ganador al PSOE en todas las provincias), ya suficientemente podridos por falta de expectativas electorales, a corto y a medio, señal de deserción, incluso hacia la extrema derecha.

Termina la legislatura como empezó. Veremos el desgaste pero me malicio que esta no es la oposición temible que Benjamin Disraeli recetaba para un buen gobierno. Y eso que estuvo en Cádiz.