DIVULGACIÓN CON HUMOR

El gorila invisible y otras trampas de la mente

Grady Klein y Danny Oppenheimer abordan en 'Introducción a la psicología en viñetas' la complejidad de la conducta humana

combo psicología en viñetas

combo psicología en viñetas / periodico

Imma Muñoz

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Sobremesa familiar. «Ojo al parche: os voy a enseñar un vídeo que pone a prueba vuestro nivel de atención. ¿Veis a estos dos equipos que se pasan la pelota? Quiero que no perdáis de vista a los que van de blanco. Cuando acabe el vídeo, os haré una pregunta». Ocho ojos fijos en una pantalla de móvil. Un minuto, dos, tres. Final del vídeo. «¿Habéis visto algo raro?». Caras de sorpresa. «¿No? ¿No habéis visto al gorila?». ¿Gorila?¿Había un gorila? ¿Un gorila grande? Incredulidad total. Repetición de la jugada. ¡Madre de Dios! ¿Cómo no hemos visto al pedazo de gorila que parece que hasta se cachondea de los tipos de blanco? Pues este libro te va a explicar por qué no lo viste. Y en viñetas.  

Grady Klein es un dibujante y especialista en animación que ya se había atrevido a abordar una 'Introducción a la Microeconomía', primero, y a la 'Macroeconomía' después, en formato cómic. Y si había sido capaz de garabatear los misterios insondables de las finanzas, ¿cómo no iba a atreverse con los de la mente humana? Así que en esta 'Introducción a la psicología en viñetas', mano a mano con Danny Oppenheimer, profesor de Márketing y Psicología en la Universidad de California, se lanza a eso: a explicarnos cómo trabaja la sesera y cómo su funcionamiento condiciona nuestra vida diaria, nuestra manera de entender el mundo, de entendernos a nosotros mismos y de entender a los demás.

Todo empieza con las percepciones: a través de los sentidos obtenemos información del mundo, pero esa información es insuficiente y nuestra mente tiene que «rellenar los detalles sin cesar». ¡Y eso solo puede conllevar un rosario de complicaciones! Porque las suposiciones con las que rellenamos esos huecos para dotar de significado pleno a lo captado por nuestros órganos sensoriales vienen de nuestras experiencias en el mundo, mediatizadas por la necesidad de categorizar para comprender (la mente es muy poderosa, pero finita), por los atajos mentales que tomamos, por las emociones que sentimos (y que a veces nos enturbian el juicio), por los condicionantes del entorno y por las circunstancias, sobre todo las sociales.

DESLIAR LA MADEJA

Dicho así suena tan embarullado como nos imaginamos las redes neuronales de nuestro cerebro, pero Klein y Oppenheimer van tirando de la madeja para ordenar los conceptos y lograr que complejidad no se traduzca en oscuridad, sino en ganas de saber más. Ellos mismos lo señalan: «Añadir niveles moderados de dificultad puede mejorar el aprendizaje». Este libro no es fácil de leer (aclaración para los que aún piensan que, «total, tiene dibujitos»), pero vale la pena hacer el esfuerzo (perfectamente asumible) por lo clarificador que resulta. Y porque nos va a abrir los ojos ante muchos de los trucos con los que nos estafan quienes controlan los discursos (atención a las ideas de «indefensión aprendida» y «fluidez cognitiva»).

Y aún por otra cosa más: la amenidad con que se enfrenta a la densidad de la materia. La explicación de los experimentos realizados por los psicólogos para comprobar sus hipótesis, el descubrimiento de que el mal perder de algunos (de muchos) tiene base científica y la constatación de que lo del atrevimiento de la ignorancia es más que un dicho popular, da para dejar con la boca abierta a la concurrencia en muchas sobremesas. Incluso más que con el gorila invisible.