Pablo Trapero: "Todos guardamos cadáveres en el armario"

El director argentino repasa los crímenes de la familia Puccio en 'El clan', que acaba de estrenarse precedida de un gran éxito en su país

Pablo Trapero, en la Mostra de Venecia durante la presentación del filme 'El clan'.

Pablo Trapero, en la Mostra de Venecia durante la presentación del filme 'El clan'.

NANDO SALVÀ

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Títulos como 'El bonaerense' (2002), 'Leonera' (2008), 'Carancho' (2010) y 'Elefante Blanco' (2012) lo han confirmado como retratista esencial de rincones moralmente oscuros de Buenos Aires. Su nueva película, 'El clan', ha batido récords de taquilla. Producida por Agustín y Pedro Almodóvar, repasa los secuestros y asesinatos cometidos entre 1982 y 1985 por Arquímedes Puccio y sus hijos.

–El clan ha sido récord de taquilla en Argentina. ¿Se lo esperaba?

–Para nada. Nadie quería que la hiciera. Mis películas suelen ser muy intensas, y mis productores me pedían que hiciera algo más ligero, por una vez. Ellos sentían, y en realidad yo también, que la historia de los Puccio no iba a funcionar en la taquilla, porque evoca una etapa muy oscura de Argentina y porque es un caso que empieza mal y acaba aún peor. Pero, por otra parte, no es casual que la música de mi país sea el tango, que es sinónimo de reflexión sobre el pasado, de hurgarse en la herida para ver si se cura.

–¿En qué medida encarnan los Puccio los restos de la dictadura argentina?

–Fueron un síntoma de su época, sí. Yo creo en la capacidad del cine para interpretar la realidad, rehacerla y ofrecérsela al espectador como herramienta de reflexión. Y las historias criminales más alucinantes siempre son producto del contexto en el que ocurren. Por ejemplo, que un loco entre en un cine a matar gente solo pasa en Estados Unidos, y por algo será. Ahora bien, no creo que El clan hable solo de la Argentina de hace 30 años.

–¿De qué más habla?

–Mira, los Puccio no eran unos monstruos, sino una familia normal. Pero llegaron a acostumbrarse a una normalidad que era una locura. Y eso pasa en todos lados. Fíjate en España, en toda la corrupción que ha salido y sigue saliendo de debajo de la alfombra. ¿Qué paso? Que se alteraron los parámetros de funcionamiento de la sociedad y llegó a creerse que lo normal era robar.

–Es decir, que la culpa la tenemos todos…

–Justo. Siempre tendemos a pensar que la cosa no va con nosotros, que los problemas siempre son de otros, pero no es así.  Y si no miras la realidad de frente, si no afrontas lo que ocurre, lo siguiente que escuchas es una explosión. Todos guardamos cadáveres en el armario, y El clan nos invita a mirarlos.

–De haber podido conocer a Arquímedes Puccio, ¿qué le habría preguntado?

–¿Quién lo protegía? ¿Con qué peces gordos estaba conectado? Y, sobre todo, ¿por qué le hizo eso a su familia? ¿Por qué hundió a sus hijos con él en lugar de exculparlos? Seguramente, porque se sentía impune. Hay vídeos en YouTube que lo muestran en su lecho de muerte, diciendo absolutos disparates. Pasó de ser un tipo terrorífico a un lunático patético.

–Sus películas exploran los mecanismos disciplinarios de las instituciones: la familia, la policía, la justicia, las cárceles… ¿Qué le interesa del tema?

–No es algo consciente. Pero leo el diario y los titulares me interpelan. ¿Cómo hacer para que todas esas injusticias no pasen? Hay elementos de la realidad que resultan tan grotescos que más bien parecen sacados de una película de Buñuel. Y hay algo de ese absurdo que me atrae de forma irrefrenable.