'Guardianes de la galaxia', estrafalarios héroes de Marvel

La cantera de personajes de la editorial Marvel es verdaderamente inagotable, y cuando las grandes estrellas de la escudería (Iron Man, Spider-man, X-Men, Hulk, Los Vengadores, Los 4 Fantásticos, Capitán América, Thor) necesitan un descanso cinematográfico, el alma de la denominada casa de las ideas, Stan Lee, siempre se saca un nuevo conejo de la chistera.

Ahora se trata de los guardianes de la galaxia, un ciertamente estrafalario grupo de héroes o superhéroes que empezó su andadura en las páginas de los cómics en 1969, pero no fue hasta 2008  que cristalizó la versión actual. Estrafalario porque no se trata de superhéroes enmascarados, atormentados y con traje de licra, guerreros musculosos e hibernados o mutantes con superpoderes, sino de un grupo conformado por un aventurero estelar amante de la música de los 70 y 80, un mapache provisto de un rifle gigante, un humanoide con forma de árbol, una alienígena de piel verde y un forzudo con el cuerpo lleno de grabados.

El filme realizado por James Gunn (un alumno de la descalabrada productora Troma, así que sabe qué es realizar películas baratas y grotescas) parece una serie B con envergadura de producción de serie A, y ahí reside uno de  los encantos de Guardianes de la galaxia: es un divertimento sin mística ni trasfondo moral, una historia trepidante (pero algo insulsa) sin tormento ni sentimiento de culpa que mezcla ingredientes de fantasía, ciencia-ficción, comedia, superhéroes, aventuras e incluso relato carcelario. Eso sí, todas las peleas, sean individuales o colectivas, se prolongan más de la cuenta; residuos del efecto Transformers.