ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

'Green room': rockeros contra neonazis

El director Jeremy Saulnier estrena un aplaudido cruce de 'thriller' y terror con supremacistas blancos como villanos

Jeremy Saulnier

Jeremy Saulnier / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Tras la excelente recepción de su 'thriller' de raquítico presupuesto ‘Blue ruin’Jeremy Saulnier (Alexandria, Virginia, 1977) podría haber dado el salto a las Grandes Ligas y rodar un 'blockbuster'. En lugar de eso, prefirió hacer otra película que pudiera llamar suya al cien por cien. “Las opciones estaban ahí, pero tras pensarlo un tiempo, di un paso atrás”, nos explica. “Si picas el cebo rápido, el sistema te puede absorber. Pasé dieciséis años tratando de darme a conocer. Una vez lo logré, me apetecía más hacer otra película ipso facto antes que meterme en los eternos procesos de desarrollo de un proyecto de multinacional”.

Su elección, ‘Green room’, es un proyecto que le rondaba la mente desde antes de ‘Blue ruin’. En el filme, la joven banda punk liderada por Pat (Anton Yelchin) se convierte en rehén de un grupo de supremacistas blancos, liderado por Patrick Stewart, tras presenciar un asesinato en la sala 'skinhead' donde acaban de tocar. Es una historia de asedio al más puro estilo del ‘Asalto a la comisaría del distrito 13’ de Carpenter, pero Saulnier solo vio esta película tras acabar el guion. “De verdad, era una de las pocas suyas que me faltaban por ver. Me encantó porque no me gustan las tramas retorcidas y llenas de ramificaciones”.

Sea como sea, no cree que haya rodado un 'thriller' de asedio. “Y tampoco acabo de verla como un terror de casa encantada, como otros han dicho. Para mí es una película de guerra. Con unas pinceladas de Peckinpah”, afirma Saulnier, quien menciona la estética de ‘Apocalypse now’ y ‘Platoon’ como referencia.

Como en ‘Blue ruin’, la violencia tiene un peso moral, unas consecuencias. Pero en este caso, a veces, sobrevienen las ganas de aplaudir. Que se lo digan al expresivo público del festival de Sitges, en el que ‘Green room’ concursó el año pasado para irse de inexplicable vacío. “Mi anterior película era devastadora. No quería replicar ese tono. Esta vez, en realidad, he hecho la película que mi yo de 19 años habría querido ver. Yo y mis amigos”.

UNA EDUCACIÓN (PUNK)

Saulnier no quiere ni imaginar cómo habría sido rodar esta película con un gran estudio, algo que, por otro lado, la gloriosa simplicidad de la propuesta hacía innecesario. Lo que él quería era hacer una película lo más personal posible, un tributo sincero a sus años de formación en la escena punk, con referencias solo para 'insiders'. “Quise confiar en que el público quisiera acompañarme. Cuando veo una película de Michael Mann, no entiendo ni la mitad de la jerga criminal. Pero justo esa impenetrabilidad me hace creerme más la historia que se cuenta”.

Pequeños flases de una educación punk: “Descubrí todo esto cuando unos amigos de la familia me pusieron, durante un viaje de carretera, el disco ‘Fresh fruit for rotting vegetables’ de Dead Kennedys. Con 9 o 10 años, hacía que mi madre me llevara en coche a las tiendas de discos para comprar casetes. Después me hice skater punk. Los amigos con lo que empecé a hacer cine también eran fans del punk, metal y hardcore, y en cuanto tuvimos carné empezamos a ir de Alexandria a Washington, DC para ver conciertos. No estaba del todo metido en la escena, era más un observador, pero me dejó huella. Bueno, de hecho, me pegaron algunas veces”.