CRÓNICA
Tony Hadley, el poder de la voz
El cantante hizo suyos los clásicos de Spandau Ballet en el Liceu combinándolos con material de estreno
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Tony Hadley se toma con calma el tránsito de Spandau Ballet a su retomada identidad como solista. A la espera de ese disco previsto para junio, con el que iniciará etapa tras dejar oficialmente, el año pasado, la banda de su vida, va salpicando sus conciertos con canciones de estreno que combinan bien con unos clásicos a los que no tiene ninguna intención de renunciar. Hadley, vigoroso galán romántico, capaz de llevarse por delante escenarios como el del Liceu, que le acogió este viernes en el marco del Suite Festival.
Es y será la voz de Spandau Ballet hasta el fin de los días, y en un sentido nada metafórico: hay que ver lo bien que conserva el fuelle y el color vocal, como pudimos observar en la canción que abrió el concierto, ‘Life on Mars?’, de David Bowie, que interpretó con pulcritud. Si bien en su anterior vista a Barcelona (Palau, noviembre del 2016) llenó el repertorio de ‘covers’, esta vez solo fueron dos, incluyendo el de ‘Somebody to love’, de Queen (“en los primeros tiempos, Freddie Mercury era mi héroe”), que abordó en el tramo final de la noche.
El canto originario
Hadley vino a informarnos de que la herencia de Spandau es suya porque nadie cantará de un modo tan genuino ‘To cut a long story short’ (cosecha de 1980, texturas muy ‘synth-pop’), ‘Highly strung’ o ‘Round and round’. Sin limitarse a los ‘hits’, rescatando también piezas menos populares y de su gusto, evocó el sonido histórico de la banda, esa elegancia un poco satinada, de producción frondosa y solo de saxo, extensible a su nuevo material.
En los adelantos del nuevo disco, Hadley mostró un encuadre abierto y agradable, del esbelto pop de ‘Accident waiting to happen’ al funk de ‘Delirious’ y de ahí a los giros dramáticos de ‘Killer blow’, con pistas de arreglos orquestales. En ese territorio de lo que él llama “anthemic love songs”, canciones de amor con madera de himnos, estuvo también ‘Take back everything’, que en el 2014 lanzó como sencillo.
Material con el que se lució como ‘crooner’ pop, como en esa ‘Four your blue eyes only’, rescatada de su lejano disco debut en solitario, ‘The state of play’ (1992). O en la que presentó como su favorita de Spandau, la balada ‘Through the barricades’. “Una historia hermosa y atemporal, a lo ‘Romeo y Julieta’”, que culminó en un dueto con esa entusiasta percusionista y corista de nombre Lily González, británica de padres españoles, y que ambos rubricaron con un teatral beso en los labios.
La banda no era Spandau Ballet, pero se le parecía mucho, si bien es posible que el fan más severo pudiera echar de menos la flexibilidad ‘funky’ de la guitarra de Gary Kemp en canciones como ‘Only when you leave’. Pero Hadley es más partidario de la recreación que de la reinvención: los éxitos hay que ofrecerlos como la gente los recuerda. Y así, en el bis, tras una delicada pieza nueva, ‘What am I’, a voz y piano, cayeron de un tirón, emotivas y relucientes, ‘True’ y ‘Gold’, alborotando la platea y reafirmando el vínculo al que Hadley ha asociado su destino.
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