'Cleansed', perturbadora denuncia de Sarah Kane

Oskaras Kursinovas impacta en Temporada Alta con su montaje de la angustiosa y violenta obra de la autora inglesa

Un momento de la obra dirigida por Oskaras Korsunovas.

Un momento de la obra dirigida por Oskaras Korsunovas. / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / SALT

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Calificada en su día por la crítica como "puñetazo en el estómago", ‘Cleansed’ (Purificados) ha conseguido su propósito de sacudir al festival Temporada Alta. La obra de la controvertida dramaturga inglesa Sarah Kane, que se suicidó a los 28 años tras años de lucha contra un trastorno maníaco-depresivo, ha llegado por primera vez a España de la mano del referencial Oskaras Korsunovas. En su sexta visita a la cita de otoño, el director lituano ha experimentado con un texto en el que, a partir del hilo conductor de una visión del amor tan perturbadora como la de la propia autora, aparecen en toda su dimensión el terrible clima opresivo de angustia, violencia y soledad a los que Kane se enfrentó durante su corta existencia.

El montaje de Korsunovas, presentado en El Canal, mantiene las agresivas claves teatrales de la dramaturga, pero pasadas por el tamiz de los alumnos de la OKT/Vilnius City Theater que intervienen en este espectáculo. Ellos han intentado durante el proceso creativo, junto al actor y profesor  Darius Meskauskas (que encarna al inquietante doctor de la trama), rebajar la radicalidad y el realismo puro del texto para alentar una pieza más metafórica y poética, en la que el amor es capaz de brotar en las condiciones más adversas. Pero, aun reconociendo ese esfuerzo, la demoledora contundencia de los mensajes de Kane domina sobre cualquier otra intención de la producción.

En esta obra abierta, en la que constantemente se apela al público para que encuentre respuesta al bombardeo de preguntas que recibe desde el escenario, la puesta en escena ofrece impactantes y acrobáticas coreografías que mantienen en constante desasosiego al espectador. En ellas son fácilmente reconocibles las intenciones de la autora, que escribió la pieza un año antes de su muerte, denunciando la violencia de los psiquiatras y el dolor de los enfermos mentales por las vejaciones a las que eran sometidos en el hospital donde ella estuvo repetidamente internada..

La deslavazada trama se desarrolla en el marco de un escenario casi desnudo. Los intérpretes escriben en un muro frases del texto a modo de guía de lo que sucede, y hay un somier que es utilizado para diferentes acciones. Desde el inicio, en el que el médico inyecta en el ojo de un paciente drogadicto un preparado para calmar su síndrome de abstinencia, el carrusel de imágenes chocantes y violentas no se detiene. Se suceden desinhibidas escenas del amor homosexual o incestuoso, descargas eléctricas en alusión al tratamiento con  electro-shock sufrido por la propia autora y recreaciones a caballo entre la tortura y el sadomasoquismo. También surgen momentos como el del repulsivo corte de lengua a un paciente alternados con pasajes en un microcabaret con dos bailarinas al servicio del voyeurismo del doctor obsesionado por una de ellas  o la propia recreación del muerte de Kane con las cuerdas de unos zapatos, escenificada por uno de los personajes.

Los actores se vacían con precisión milimétrica para dar viabilidad a la provocación de esta obra llena de trastornados y oscuros personajes anterior a ‘4:48 Psicosis’, un monólogo en el que Kane expresaba su deseo de vida y amor antes de encontrar en el suicidio la última salida a su desesperada situación. El intenso debate del público tras el final de la función prueba el impacto causado por este perturbador y violento montaje..