La preparación de España

La selección se recluye lejos del ruido de Brasil

Del Bosque intenta recuperar el ánimo de Xavi, Cesc y Pedro, todos con su futuro en el aire

Los jugadores entrenaron ayer en Curitiba. Piqué, en el centro de la imagen.

Los jugadores entrenaron ayer en Curitiba. Piqué, en el centro de la imagen.

MARCOS LÓPEZ

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A casi 15 kilómetros del centro de Curitiba, entre favelas, reside desde ayer la selección campeona del mundo. Un lugar perdido entre los barrios de Umbarça y Sitio Cercado en la región sur de la capital de Paraná. En la puerta, niños que han dejado de ir a la escuela para intentar ver a los jugadores de España y patrullas de la policía militar escoltando la ciudad deportiva Alfredo Gottardi, más conocido como CT do Caju, en honor al mítico portero del club Atlético Paranaense. Pero la policía militar no es la única que protege a la Roja. También el ejército brasileño está vigilando a los 23 jugadores en uno de los tres mejores recintos del país, construido hace casi 15 años, es casi el doble de grande que la ciudad deportiva del Barça en Sant Joan Despí, donde los controles de seguridad son muy meticulosos.

En uno de los dos hoteles que hay, quedó recluida España, que ha llegado a Brasil de puntillas. Sin hacer apenas ruido. Voló directamente desde Estados Unidos, donde Villa demostró a Del Bosque que no se le ha olvidado hacer goles -marcó los dos tantos a El Salvador- sin dejarse ver apenas en el aeropuerto de Curitiba. Cuando llegó llovía. Como cada día aquí en la llamada Londres brasileña. Siempre llovizna, siempre hay niebla, siempre el día es gris. ¿El sol? Ni rastro aunque, curiosamente, apareció ayer justo cuando España se puso a entrenar.

También subió la temperatura y, al menos, el termómetro supera el único grado que tuvo el  fin de semana. Del aeropuerto al hotel del CT do Caju, cerrado de forma exclusiva para la selección española, con habitaciones individuales para cada uno de los jugadores, intentando recrear en Curitiba el ambiente mágico construido hace cuatro años en Potchefstroom. Del sur de África al sur de Brasil como si intentara Del Bosque, pendiente de completar el primer once ante Holanda, de que el destino no rompiera el hilo celestial dibujado desde el 2010 al 2014.

Trámites protocolarios

Tras cumplir la mañana en asuntos protocolarios (jugadores y técnicos tuvieron que cumplimentar las correspondientes acreditaciones que usarán durante el Mundial), Del Bosque programó la primera sesión de trabajo en Brasil. Lo hizo España a una hora inusual pensando en que el equipo se adapte lo antes posible al horario del debut el viernes en Salvador de Bahía. Se entrenó la selección a las cuatro de la tarde, nueve en España, para que los futbolistas vayan asimilando ese singular inicio de Mundial que tendrá en la otra punta de Brasil. Es curioso. La Roja trabaja en el sur, en Curitiba, con temperaturas invernales, y se estrenará en la región norte de Bahia bajo el calor de Salvador. Allí el invierno supera a diario los 30 grados de temperatura.

Mientras Van Gaal traiciona el estilo de Holanda ensayando una defensa con tres centrales, Del Bosque ultimó la puesta a punto de una campeona del mundo que vive sumamente preocupada del estado de ánimo de los culés. De Xavi, que está en el Camp Nou pero no se sabe hasta cuando; de Cesc, con las maletas camino del Chelsea; de Pedro, cuyo futuro, como él mismo dijo, es una incógnita. Tejiendo complicidades,  apurando la cuenta atrás y ahuyentando la presión anda el marqués Del Bosque en el CT do Caju.