El análisis del fiasco

Anatomía de una derrota

MARCOS LÓPEZ

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No estaba previsto que apareciera ayer. Pero salió. Salió Vicente del Bosque, sereno en la victoria, ejemplar en la derrota, la más dura de su vida con ese 1-5 de Holanda, con aire tranquilo en la sala de prensa del centro de entrenamiento de la selección española en Curitiba. Con una carpeta y su inseparable Ipad en la mano, vestido con el chándal de España, dispuesto a lanzar un último mensaje de esperanza. Algo se ha roto, y quizá para siempre, en la actual campeona del mundo. Como ocurrió con el Barça de Guardiola-Tito o en su día con el dream team de Cruyff, se desplomó de manera brutal.

Y Del Bosque, en estado de shock tras la goleada («estaba muy cabreado por dentro, ahora intentamos salir de la desazón que nos inunda», dijo ayer), intenta desesperadamente reconstruir el equipo para llegar a tiempo de remendar algo el miercoles ante Chile en Maracaná. Quedó para el recuerdo una segunda parte horrible en la que la selección perdió todas sus señas de identidad. Dejó de ser un bloque fiable. Cinco goles holandeses en 36 minutos, uno menos que en 19 partidos oficiales de Eurocopas y Mundial, retratan el ocaso del equipo. No de su defensa sino de su estructura defensiva. Abdicó de su gobierno de los partidos -los balones a la espalda de los centrales, Piqué y Ramos, y la velocidad de Robben y Van Persie-, convirtiendo a España en un equipo más. Otro de tantos. Terrenal, vamos. Abandonado por la magia de antes, incapaz de establecer la dictadura de la posesión. Sin balón, acabó hecho una piltrafa.

LOS PILARES ROTOS / Con todos los pilares caídos, empezando por Casillas, su capitán, protagonista de una terrible noche que le torturará para toda la vida. «No soy muy partidario de hacer mucha herida cuando hay derrotas», dijo Del Bosque, con el dolor oculto en sus palabras. «¿Cómo no va a haber crítica y no se van a meter con nosotros después del 1-5? Entiendo la crítica ácida, pero con un pelín de respeto, estaría fuera de lugar que no hubiera críticas», llegó a decir el técnico, reclamando «templanza, la misma que tuvimos en la victoria y ahora debemos tener en la derrota».

Más templanza que nunca cuando quizá se avista el ocaso definitivo de la mejor generación del fútbol español en su historia.