Escándalo político en Francia

La detención de Sarkozy pone en peligro su retorno a la política

Sarkozy, en una imagen en París de hace dos meses.

Sarkozy, en una imagen en París de hace dos meses.

ELIANNE ROS
PARÍS

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Cuando ya se daba prácticamente por hecho, el regreso de Nicolas Sarkozy a la carrera presidencial está seriamente comprometido. Nunca hasta ahora un expresidente francés había sido citado a declarar por la justicia en calidad de detenido. Sucedió a las 8 de la mañana de ayer, momento en que acudió a la Oficina Central de Lucha contra la Corrupción y las Infracciones Financieras y Fiscales (OCLCIFF) de Nanterre para ser interrogado en relación con la investigación abierta por «tráfico de influencia» y «violación del secreto de instrucción». La detención -a la hora de cerrar esta edición seguía prestando declaración- puede prolongarse hasta mañana.

El antecesor de François Hollande en el Elíseo decidió afrontar a los investigadores sin la asistencia de un letrado. No quiso contratar los servicios de otro abogado puesto que el suyo, Thierry Herzog, había sido detenido el día anterior al igual que  los magistrados Gilbert Azibert y Patrick Sassoust. Los tres son sospechosos de filtrar datos del sumario sobre el caso Bettencourt, en el que finalmente Sarkozy fue exculpado de abusar de la debilidad de la anciana heredera de L'Oreal para financiar la campaña presidencial del 2007. Las dos jueces que instruyen la investigación indagan si el expresidente conservador tenía una «red» de informadores en el seno de la policía y de la justicia para estar al corriente de las pesquisas que pudieran constituir una amenaza.

CARGO EN MÓNACO / Las detenciones tienen su origen en las escuchas ordenadas por el juez en otro caso que afecta al expresidente, que se refiere a la supuesta financiación ilegal de la campaña del 2007 por parte de Muhamar Gadafi. La policía pinchó incluso los móviles contratados con nombres falsos -Sarkozy utilizó el de Paul Bismut, un empresario israelí que amenazó con recurrir a los tribunales por usurpación de identidad- reservados para conversaciones sensibles. En ellas aparece Gilbert Azibert como personaje clave a la hora de facilitar información protegida por el secreto de sumario. A cambio, Sarkozy intercedió presuntamente para promover al magistrado al confortable y bien remunerado cargo de consejero en el Gobierno de Mónaco.

El hecho de que las dos jueces hayan optado por tratar al expresidente como un ciudadano más -todos los presidentes pierden la inmunidad judicial a los tres meses de abandonar el Elíseo- soliviantó ayer a una parte de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Los fieles denunciaron un «encarnizamiento» de la justicia con Sarkozy. «Ha sido exculpado en otros casos y ahora volverá a suceder lo mismo. Saldrá incluso reforzado», declaró el senador conservador Pierre Charon. «Se degrada su imagen sin saber si tiene nada que ver. No se ha respetado su derecho a ser defendido por un abogado», opinó el diputado Benoist Apparu.

Tanto los miembros del Gobierno como los socialistas respondieron apelando a la independencia de la justicia. «Debe hacer su trabajo con total libertad. Para aspirar a una responsabilidad política más vale estar límpio», terció Bruno le Roux, presidente del grupo parlamentario socialista. «Es un caso más, y no el más grave. Desacredita todo retorno a la escena política de Sarkozy», subrayó por su parte la líder de la ultraderecha, Marine Le Pen.

CRISIS DE LIDERAZGO / La detención de Sarkozy se produce en un momento de profunda crisis en la UMP, huérfana de líder y dividida entre moderados y partidarios de radicalizar el discurso, como hizo Sarkozy en las presidenciales del 2012 hasta el punto de flirtear con las ideas de Le Pen. Tras la dimisión forzada del presidente del partido, Jean-François Copé, por supuesta corrupción en el caso Bygmalion, han arreciado las voces que reclaman el regreso de Sarkozy. El expresidente está tentado de retomar las riendas en el congreso extraordinario convocado para el próximo mes de octubre con el objetivo puesto en las presidenciales del 2017.

Pero los problemas judiciales - aparece salpicado en varios casos- no son su único obstáculo. Los dirigentes del ala moderada de la UMP están muy lejos de recibir a Sarkozy con los brazos abiertos.