La crisis ucraniana

La anexión a Rusia coge velocidad de crucero

Soldados registran la mochila de un hombre en Simferópol, capital de Crimea, ayer.

Soldados registran la mochila de un hombre en Simferópol, capital de Crimea, ayer.

MONTSERRAT RADIGALES

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Si la convocatoria y celebración del referendo en Crimea -que las autoridades de Ucrania consideran una farsa y que nadie en el resto del mundo (aparte de Moscú) reconoce-, ya se desarrolló de forma muy precipitada, parece que aun hay más prisas por convertir su resultado en realidad política consumada. Como se esperaba, el proceso que culminará en la anexión de esta península ucraniana a Rusia se ha puesto en marcha y todo indica que viaja a velocidad de crucero.

Tras el anuncio del escrutinio definitivo del referendo (el 96,77% a favor de la anexión a Rusia), el Parlamento de Crimea no perdió ni un minuto en reunirse ayer mismo por la mañana para proclamar la independencia del territorio respecto a Ucrania -cosa que ya había hecho anteriormente-  y aprobar una petición a Moscú para que admita su «integración como nuevo sujeto de la Federación Rusa con el estatus de república».

La declaración adoptada por los diputados pide también «a las Naciones Unidas y a todos los países del mundo que la reconozcan [a la República de Crimea] como Estado independiente». El presidente ruso, Vladímir Putin, firmó pocas horas después el decreto con el que Rusia «reconoce a la República de Crimea como Estado soberano e independiente». El decreto entró en vigor de forma inmediata.

MEDIDAS PRÁCTICAS / Más allá de este paso formal, que ya era esperado, el Parlamento crimeano aprobó también por unanimidad de sus 85 miembros otra serie de medidas prácticas, algunas de carácter meramente simbólico, otras con mayor carga política y alguna que puede resultar simplemente explosiva en los próximos días.

El documento aprobado precisa que las leyes ucranianas ya no son aplicables en Crimea y que Kiev ya no ejerce ninguna autoridad sobre el territorio.

Otra de las medidas adoptadas es la nacionalización de todos los bienes y propiedades del Estado ucraniano que se encuentren en la península. Dicho de otra forma, estos bienes serán confiscados y entregados a las nuevas instituciones de Crimea. Entre los primeros objetivos estarán sin duda las empresas petroleras y gasísticas.

El Parlamento crimeano acordó también la introducción del rublo (la divisa de Rusia) como moneda oficial de Crimea. En una etapa de transición, la grivna (la moneda ucraniana) podrá seguir utilizándose de forma paralela en la península hasta el 1 de enero del 2016.

Una medida de carácter más simbólico será de aplicación casi inmediata. A partir del próximo día 30 de este mes, Crimea abandonará el huso horario de Ucrania (GMT+2) e incoporará el mismo que tiene Rusia (GMT+4). O sea, que en Crimea será dos horas más tarde que en Kiev y el resto de Ucrania.

Pero, de todas las decisiones anunciadas, la que puede provocar un conflicto más inmediato es el desmantelamiento de las unidades militares ucranianas. El presidente del Parlamento crimeano, Vladímir Konstantinov, aseguró que «estas unidades serán disueltas» y que los militares que quieran vivir en Crimea podrán hacerlo como civiles.

«Examinaremos la cuestión de quienes quieran jurar lealtad [a las nuevas autoridades secesionistas de Crimea]», afirmó Konstantinov. En días pasados, los nuevos dirigentes prorrusos de Crimea habían afirmado que solo podrían quedarse en el territorio los soldados que sean de origen crimeano y quieran incorporarse después al Ejército ruso.

Este próximo viernes, 21 de marzo, fecha en que vence la tregua acordada por los mandos militares ucranianos y rusos en Crimea, se presenta como de alto riesgo. Los soldados ucranianos han permanecido cercados por los rusos en sus propias bases durante casi tres semanas y Kiev no quiere arrojar la toalla. El ministro de Defensa ucraniano, Igor

Teniuj, aseguró ayer que «los militares que están desplegados en Crimea se quedarán allí», dado que Ucrania sigue considerando a la península como parte de su territorio. El riesgo de confrontación es evidente.

EN EL TEJADO DE PUTIN / La pelota está ahora en el tejado de Putin. Porque una cosa es reconocer la secesión de Crimea respecto de Ucrania y otra muy distinta proceder a la anexión. La Duma (la Cámara baja del Parlamento ruso) debe examinar -y en su caso aprobar- el viernes la legislación necesaria. Pero el presidente ruso, que es quien ostenta un poder casi omnipotente en Moscú, puede acelerar el proceso y escalar la confrontación con Occidente -que con la crisis de Ucrania ya ha llegado a cotas no vistas desde la guerra fría- o puede dilatarlo y ganar tiempo para algún tipo de acomodo, que parece ya muy difícil. Los mandatarios internacionales y los de Kiev insisten, no está claro si con mucho convencimiento, en que aun hay margen para la diplomacia.

Según anunció ayer el vicepresidente de la Duma rusa, Iván Mélnikov, Putin pronunciará hoy un discurso sobre la situación en Crimea ante los diputados, que acudirán al Kremlin para escucharle tras su sesión plenaria, con lo que es posible que se despejen algunas incógnitas. Una delegación crimeana, encabezada por su nuevo líder, Sergui Axionov, emprendió ayer mismo viaje a Moscú.