Deuda pública
La venganza por las agencias de 'rating', mejor en plato frío
Rosa María Sánchez
Redactora jefe
Premio Carlos Humanes de Periodismo Económico 2020. Máster Universitario en Investigación en Periodismo por la Universidad Complutense, en 2023. Profesora en el Título de Postgrado Especialista en Información Económica de la Universidad Nebrija. Colaboradora en RNE.
Rosa María Sánchez
Se dice que la venganza se sirve mejor en plato frío. Y que el ajuste de cuentas provoca un placer especial cuando se cumple al cabo de tiempo. Y aunque seguramente no cabe mezclar tales sentimientos con la decisión del Gobierno de no renovar su contrato con las tres poderosas agencias que se dedican a poner nota de solvencia a los Estados (Standard and Poor’s, Fitch y Moody’s) sí es fácil adivinar cierto regusto en la expresión del ministro de Economía, Luis de Guindos, cuando explicó su decisión de romper vínculos con las tres firmas americanas que contribuyeron a poner a la economía europea contra las cuerdas y que situaron a España al borde del ‘bono basura’ y ante el abismo del rescate total en el 2012.
“La deuda española es tan relevante que lógicamente no necesita pagar ninguna agencia de ráting” por sus análisis, afirmó con cierta arrogancia el ministro De Guindos en Bruselas este martes al explicar su decisión de no renovar el contrato anual con S&P, algo que ya había hecho con Moody’s en el 2016 y con Fitch, en el 2017. Solo se
"La deuda española"La deuda española es tan relevante que no necesita pagar ninguna agencia por sus análisis", según Guindos
mantiene el vínculo con una agencia de ráting, la canadiense DBRS que, ni en los peores momentos de la crisis, expulsó a España del rango de la letra “A”, que se asigna a la deuda más solvente.
Cuestión de solvencia
Las agencias de ráting analizan la solvencia económica de empresas, bancos y administraciones públicas y su capacidad para devolver las deudas. En función de estos análisis las agencias otorgan notas que van desde el ‘bono basura’ (letra C) cuanto existe un elevado riesgo de impago, hasta la triple A, si la solvencia es absoluta.
España perdió la triple A en abril del 2009 y tocó suelo en octubre del 2012. Desde entonces ha empezado a subir lentamente algunos escalones y por primera vez el viernes pasado una de las tres grandes agencias –Fitch- devolvió la deuda española al terreno de la letra (A-) algo que, según el ministro de Economía, se hubiera empezado a producir hace unos meses sin el agravamiento de la tensión política en Catalunya por el referéndum del 1-O.
La mejora del ráting de Fitch supone un reconocimiento de la “fuerte y amplia recuperación de la economía española” y de la reducción del déficit público, al tiempo que concede que la situación en Catalunya está teniendo un impacto muy limitado sobre la economía. Lo cierto es que, desde entonces, se ha acelerado el descenso de la prima de riesgo española, que ha caído por debajo de los 80 puntos esta semana, con el consiguiente abaratamiento que ello conlleva para los intereses de la deuda pública.
"Una señal positiva"
“Creo que estamos entrando en una fase de normalización de las relaciones del Tesoro español con los inversores internacionales. Todas las agencias de ráting van a valorar la deuda española” aunque el Estado español no pague por ello, dijo el ministro de Economía. "Miren lo que pasa en países de nuestro entorno, en Alemania, en Francia”, donde no hay contratos del Tesoro con las agencias de ráting.
“Evidentemente en el recuerdo está que las agencias de ráting en los momentos duros contribuyeron a empeorarlo aún más”, afirma el director de Estudios Financieros de Funcas, Santiago Carbó, evocando cierta compresión hacia el tono de desquite utilizado por Guindos. "Ahora estamos en una situación de mayor confort", describe.
Aún persisten restos del enorme desprestigio que acumularon a partir de la crisis financiera internacional del 2008 y la posterior crisis de deuda europea, cuando asignaban la máxima calificación a los productos financieros integrados por hipotecas basura o a países, como Grecia, al borde de la quiebra. “Europa no se puede permitir que tres empresas privadas estadounidenses la destrocen”, llegó a decir la entonces comisaria europea de Justicia, Viviane RedingViviane Reding. Era un momento el que la cancillera Angela Merkel reclama la creación de una agencia europea de calificación que nunca ha llegado a cuajar.
En ese tiempo, la desconfianza en la economía española hacía inevitable contar con los informes de las todopoderosas agencias antes de salir al mercado a pedir dinero prestado y pagar por ello precios de oro. La pregunta es si ahora España, con un elevado nivel de deuda pública (en el entorno del 100% del PIB) se puede permitir el lujo de prescindir de estos informes. Y la respuesta, del analista de mercados de AFI Salvador Jiménez es que sí. “Existe mucha demanda de deuda española y las agencias de ráting van a seguir calificándola aunque no exista un contrato con el Estado, porque existe suficiente información pública para hacerlo. No es muy lógico que pagues a alguien que te va a tener que calificar de todos modos”. Y tanto Jiménez como Carbó admiten que el gesto del Gobierno contribuye a dar “una señal positiva” sobre la economía española en la medida en que la alinea con las primeras potencias europeas
Escaso éxito de la UE contra el oligopolio
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