BALONCESTO

Colofón de bronce para España

La selección vence a Australia por 88-89 en un agónico encuentro con otra monumental actuación de Gasol, autor de 31 puntos y 11 rebotes

Los jugadores de la selección española celebran la victoria ante Australia.

Los jugadores de la selección española celebran la victoria ante Australia. / EFE / ELVIRA URQUJO

LUIS MENDIOLA / RIO DE JANEIRO (enviado especial)

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Bronce en Río, plata en Londres hace cuatro años, plata en Pekín en el 2008. El esplendor inunda la memoria reciente de la selección española y adquiere tintes de excelencia cuando se abre el foco e incluimos el título Mundial, los tres títulos y también una plata europea. A ese álbum glorioso, España añadió otra brillante página, llevándose el partido por el tercer puesto frente a Australia (88-89).

La medalla le llegó al equipo de Scariolo tra un pulso agónico, sostenido hasta el último instante por un hilo de dramatismo que fue in crescendo. El triunfo podría haber caído de cualquier lado, en un partido que engrandeció el baloncesto, con intercambio de golpes de principio a fin. Pau Gasol tiró del equipo con todas sus fuerzas para dejar otra actuación antológica que sostuvo las opciones españolas: 31 puntos y 11 rebotes, dejando sin premio el enorme encuentro de Patrick Mills (30 puntos) para Australia.

A cinco segundos del final, Sergio Rodríguez selló el triunfo al anotar dos tiros libres. Pero el conjunto australiano tuvo aún una jugada para cambiar el desenlace. Y no lo supo aprovechar. Llegó la jugada a manos del exazulgrana David Andersen y Claver metió una mano providencial para despejar el balón, como si fuera un defensa, y resolver un partido que pone un colofón de bronce para España.

MÁXIMA EXIGENCIA

El talento y la ambición, el hambre por nuevas conquistas, mantiene a la selección en un pedestal del que no quiere bajar, por mucho que pase el tiempo, por mucho que sus estrellas cumplan años y vean mucho más cerca el final de su carrera. En Río volvió a dar pruebas de que es un equipo inmortal. Volvió a sobreponerse a las adversidades, a las bajas, a los problemas físicos, para ser, de nuevo, ese bloque que cree en sí mismo. Solo así logró sobrevivir al encuentro en el que se ha visto más exigido en el torneo.

Con el equipo muy metido en defensa, Pau Gasol y Mirotic se encargaron de tirar de inicio. Los 16 primeros puntos fueron suyos: 8 de Gasol buscando las acciones interiores; los 8 de Mirotic, abriendo el campo desde el triple. Australia, que puso en juego a su quinteto de la NBA, respondió desde el protagonismo de Mills, el base de los Spurs, y también con un renacido David Andersen, el exjugador del Barça.

Del orden inicial de la selección, de su control del rebote y de sus buenas decisiones ofensivas, que cargaron rápidamente con dos faltas a Bogut y Baynes, los dos interiores, nacieron  las primeras ventajas para la selección y las buenas sensaciones del primer tiempo.

 A Australia no le quedó más remedio que endurecer el partido en los dos lados de la canasta, aunque eso no se notó a nivel de faltas. Ocho minutos tardaron en sumar la primera. Los árbitros fueron muy permisivos con su intensidad, incluso con un codazo intencionado de Bogut a Llull, que no quisieron sancionar como antideportiva. España perdió el hilo, protestando las faltas.

DUELO GASOL-MILLS

España siguió jugando con pausa y tomando buenas decisiones en la reanudación. Pero le faltó algo de contundencia en defensa y, sobre todo, pegada en ataque, en un día especialmente espeso de Llull y Rudy, que deben ser las alternativas. Todo pasó, de nuevo, por Pau Gasol, que se echó al equipo a la espalda. En defensa dominó la zona. En ataque fue un seguro con 12 puntos. Pero Australia encontró el antídoto en Mills, que tomó el relevo anotador de Andersen y sumó 13 puntos, devolviendo cada canasta.

Así, el encuentro se convirtió en un dramático intercambio de golpes, en el que las sensaciones y el corazón acabaron imponiéndose a la táctica. Mills sostuvo a Australia. Pero Gasol y Chacho Rodríguez (9 de los 11 puntos en el último cuarto) hicieron creer más firmemente a España, que llegó exhausto a la meta, con la energía en la reserva, pero aún en pie, para despedirse con un dulcísimo sabor de boca. 

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