DEBATE SOBRE LA TRANSFORMACIÓN DE UNO DE LOS GRANDES EJES DE LA CIUDAD

El Paral·lel cierra filas contra el monocultivo del ocio en la zona

Aspecto de las obras en la avenida, que acabarán en febrero, ayer.

Aspecto de las obras en la avenida, que acabarán en febrero, ayer.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Miquel Montoliu pronto dejará de ser vecino de la calle de Blai. «La decisión está tomada. En cuanto podamos, nos iremos», apunta con resignación el hombre, padre de un hijo de un año, quien en la última década ha visto cómo la tranquila calle del Poble Sec a la que se mudó se ha ido convirtiendo en uno de los principales ejes del ocio de tapeo de la ciudad. «En el 2003 abrió la primera terraza y desde entonces no han parado de abrir, hasta que ya no hay nada más que terrazas», prosigue Montoliu, quien explica que la situación llega a extremos de recibir llamadas telefónicas al fijo de su casa -en el comedor, ventana cerrada- y que le pregunten que por dónde anda, que qué ambiente. Las muchas -todas las que caben en la calle- terrazas, abiertas hasta medianoche entre semana y hasta la una los fines de semana, han sido demasiado para la familia Montoliu, a la que no le ha funcionado ni el doble cristal --y la instalación de aire acondicionado--, ni la veintena de instancias presentadas en el distrito para que tomara cartas en el asunto.

El temor de muchos en el Poble Sec es que la iniciada reforma del Paral·lel, lejos de solucionar problemas como el de la familia Montoliu -y su huida de un barrio que ya no siente como un lugar para vivir-, los acentúe. Por eso piden de forma urgente un plan de usos que regule la actividad económica tanto en el Paral·lel como en su principal zona de influencia: el Poble Sec. En eso coinciden todos. Tanto la Plataforma Aturem el Pla Paral·lel, nacida hace unos meses contra el enfoque del plan municipal para la arteria, como las asociaciones que participan en la comisión de seguimiento de las obras y aprueban las líneas maestras de la reforma de ayuntamiento.

PREVENCIÓN / «El plan de usos es una medida preventiva. Cuando todo el Paral·lel esté lleno de bares será tarde. Se tiene que establecer un marco para frenar ciertos negocios y fomentar el comercio de proximidad. No puede ser que en toda la avenida no haya, por ejemplo, una sola zapatería», apunta Josep Guzman, de la Coordinadora d'Entitats del Poble Sec, que, pese a formar parte de la gestación de la plataforma, se ha desmarcado de esta. «Estamos de acuerdo en el 90%, pero hay cosas que no podemos compartir», concluye. Manel Tort, de la asociación de comerciantes, habla en la misma línea: «El plan de usos es imprescindible para asegurar un comercio que dé respuesta a los vecinos».

En el apartado de las diferencias entre plataforma y entidades más proclives al actual plan de reforma, que también las hay, destaca la iluminación. Mientras la plataforma juzga un despropósito invertir 2,8 millones en farolas smart en plena crisis, para la coordinadora y los comerciantes son «un avance».

Hoy Hábitat Urbano recibe por primera vez a los miembros de la plataforma, cuyo manifiesto lleva reunidas más de 1.000 firmas. Una de las principales peticiones del colectivo, que el martes se manifestó contra el monocultivo turístico, es la compartida por todos: la urgencia de un plan de usos. Eso sí, «que este se elabore con un proceso participativo real, que reconozca la pluralidad del vecindario», apunta Marc Serra, uno de los impulsores de la plataforma. «Los que nos organizamos fuera de las asociaciones convencionales también queremos ser escuchados. El ayuntamiento tiene que entender que hay nuevas formas de movimiento vecinal», reivindica Anna R, de la plataforma, quien pone énfasis en los pisos turísticos ilegales. «De golpe y porrazo descubres que vives en un hotel», reflexiona.