debate sobre la movilidad

El Día sin Coches pondrá a prueba una Barcelona sin Via Laietana y Gran de Gràcia

Las asociaciones de comerciantes y restauradores critican el impulso que el ayuntamiento vuelve a dar a esta cita

Día sin coches

Día sin coches / periodico

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Barcelona recupera este año con cierto empuje la controvertida celebración del Día sin Coches, 22 de septiembre en el nutrido calendario internacional de los 'día de…', una moda importada del norte de Europa hace unos 20 años, que al principio pareció que llegaba para quedarse pero que muy pronto languideció y se reconvirtió en una nebulosa semana de la movilidad sostenible. El gobierno de Ada Colau recuperó en el 2015 el patrón original del Día sin Coches, pero en sábado. Renunció entonces a que coincidiera con un día laborable. Hubiera sido un martes. Este año da un paso más y se celebrará exactamente el 22 de septiembre, jueves, y, además, con dos importantes vías de la ciudad parcial o totalmente afectadas, Via Laietana y Gran Gràcia. Las principales asociaciones de comerciantes y restauradores de Barcelona  están en contra del modo (sin diálogo, dicen) en que se ha gestado el Día sin Coches 2016. Anuncian que se solapsará la ciudad.

El pronóstico de los comerciantes y restauradores (PimecComerç, CEDAC, Barcelona Oberta, Fundació Barcelona Comerç y el Gremi de Restauració de Barcelona) es que el Día sin Coches degenerará en una suerte de día de atascos monumentales. El número de calles peatonalizadas el jueves es ciertamente alto, algo más de 50, pero en realidad muchas son vías terciarias, de poquísimo tráfico y casi desconocidas. Al lado de la plaza Maragall, por ejemplo, se suma al Día sin Coches la calle del Oblit, todo menos una ruta indispensable. En calles como Girona, Provença, Mallorca, Consell de Cent, Villarroel o Bailen, el veto a los vehículos privados se limita a solo una manzana. Las calzadas sin coches se destinarán a distintas celebraciones lúdicas a lo largo del del día.

VÍAS IRREMPLAZABLES

La preocupación de los críticos con la celebración no son esos microcortes, sino que el ayuntamiento ha sumado al Día sin Coches dos ejes de circulación que desde la perspectiva de los conductores son irremplazables. Gran de Gràcia se cerrá al tráfico desde las 11 de la mañana y hasta las ocho de la noche entre la Diagonal y la plaza de Lesseps. Solo podrán circular por esa vía los autobuses y los taxis.

En Via Laietana, el corte no es tan radical. Comienza antes, a las ocho de la mañana, pero solo se interrumpirá totalmente en sentido ascendente. En sentido inverso, los conductores perderán solo un carril de bajada, que se destinará a las bicicletas.

El propósito de esta iniciativa es fomentar el uso del transporte público y los desplazamientos a pie en la ciudad. Ese es el consejo del ayuntamiento para el día 22 en particular, pero para todo el año en general. Sin embargo, el Día sin Coches no ha cuajado hasta ahora en Barcelona, ni siquiera en los primeros años en los que se llevó a cabo con más medios y entusiasmo. No contribuyó a ello, desde luego, una desafortunada anécdota que en el 2003 protagonizó el entonces alcalde Joan Clos. Le invitaron por la mañana a explicar desde los micrófonos de Catalunya Ràdio la jornada sin coches que aquel mismo día se celebraba en la ciudad. Le preguntaron cómo había ido hasta la radio. En coche, confesó.

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