Un Barça sin tridente

El cambio de sistema resta fluidez al ataque y el Madrid remonta el gol de Piqué cuando estaba con uno menos

Cristiano Ronaldo salta en la banda para celebrar el segundo gol madridista

Cristiano Ronaldo salta en la banda para celebrar el segundo gol madridista / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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El Barça que se recita de carrerilla cambió. No había preparado Luis Enrique nada por Cruyff, sino por el Madrid. Retocó el esquema sin alterar el orden de la alineación: en el 4-4-2 que dibujó el equipo en el campo, Messi fue el cuarto centrocampista de una línea en rombo, y el tridente desapareció.

El día del homenaje al entrenador que recuperó los tres puntas, la representación visual del fútbol de ataque azulgrana, se volatilizó un delantero, marcó un defensa (Piqué) en una jugada de estrategia que desdeñaba Johan y el Madrid remontó el marcador con dos jugadas cuando estaba en inferioridad, fechando en 39 partidos la racha azulgrana de partidos sin perder.

OMNIPRESENTE MESSI

Se perdió un extremo pero se ganó un centrocampista, el cuarto, para acentuar la posesión del balón, el valor que quiso preservar Luis Enrique por encima de todo. Con Messi omnipresente en el centro, todas las jugadas pagaron el peaje de pasar por sus botas. Su ingenio serviría para aprovechar la indecisión de los blancos, que no habían previsto el activismo del astro. Tocó los balones que le correspondían y los que le quitó a Iniesta.

El Madrid pudo frenar al Barça por la acumulación de futbolistas que hubo en el centro. Si la atracción que generaba Messi facilitaría, por el contrario, que apareciera con más libertad la segunda línea (Rakitic, Iniesta, Alves) por las alas, no resultó. No remataron entre los tres palos. Navas se esforzó en un tiro de Rakitic, cuya sustitución supuso el ocaso azulgrana, y en otro de Messi en la única vez que pudo rematar. 

EL MADRID DE CASEMIRO

El Madrid al que le colgaron la etiqueta de Zidane tiene el sello de Casemiro. Una herejía, pero eso así. Encerrado atrás, entre su propia voluntad y la posesión del balón despótica del Barça, quedó parado demasiado lejos del área azulgrana, a la que se solo podía llegar con largas galopadas de Bale y de Cristiano.

Así ganó el Madrid. El portugués dividió su atención entre las carreras y las cuitas que mantiene con Alves; el galés, estiró al Madrid ganando la espalda de un flojo Alba, marcando un gol que fue anulado y dando el centro del gol que acalló el Camp Nou.

CASI POR VENCIDO

El frenético final del partido contrató con un inicio brumoso por la emotividad de la despedida a Cruyff, Pareció que  los equipos hubieran convenido que no pasara nada, entre un Madrid acomplejado y escaldado por el 0-4 de la ida y un Barça que descuenta jornadas y mira de reojo la Champions con el Atlético. Lo poco que pasó se concentró en un suspiro. En un acto de acción- reacción tardío.

El Madrid se encontró con el gol del empate cuando se daba por vencido, tras los aspavientos de Kroos y Benzema reclamando a los demás solidaridad en la presión. Partió de Marcelo, con una capacidad técnica como para ejercer mayores responsabilidades que la de simple lateral. Como el asunto iba de correr, empezó una excursión desde el lateral hasta llegar al otro hemisferio para construir el gol de Benzema.

LAS TARJETAS DE RAMOS

Marcelo disfrutó de toda la libertad del mundo porque no tenía nadie a quien marcar. Messi no estaba, Rakitic andaba desfondado –más desfondado pareció Arda al sustituirle, sin volver para defender en un contragolpe blanco– y en la zaga azulgrana todos estaban ya atareados. Carvajal no se atrevió a tanto por la disuasoria presencia de Neymar, incapaz sin embargo, de retarle a algún duelo para arrancarle la segunda tarjeta. Dispuso de tres cuartos de hora.

Ramos, en cambio, mereció tres tarjetas como mínimo. Se pasó el mismo tiempo que el lateral con la primera, perdonado una y otra vez por el árbitro. A la cuarta, Hernández Hernández ya no pudo cerrar los ojos. Superado por el acontecimiento, coleccionó errores groseros, de similar calibre al que cometió Luis Suárez nada más empezar. No se recuperó el uruguayo en toda la noche, cuya mejor acción fue forzar la roja de Ramos.

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