Los 5 sentidos y el sexo

Comer, beber, amar

Nuestra relación con el sexo puede compararse con la relación que una persona tiene con la comida. ¿Comes para sobrevivir y/o disfrutas de cada bocado? ¿Tienes sexo para cubrir una necesidad y/o lo disfrutas como uno de los más grandes placeres?

Cena romántica con sushi y vino de Lluis Llach.

Cena romántica con sushi y vino de Lluis Llach. / periodico

ELENA CRESPI

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Supongo que todo el mundo tienen un amigo o una amiga que, en algún momento, os ha comentado: “Yo solamente como porque biológicamente tengo que hacerlo y, cuando lo hago, cojo lo primero que pillo y ya está”, “Como porque sé que tengo que comer porque si por mi fuera...”, “Hay días que me saltaría alguna comida porque no le veo sentido a perder el tiempo comiendo, con la de trabajo que tengo que hacer”, “No entiendo como alguien puede gastarse mucho dinero en la comida de algún restaurante caro, encuentro una tontería gastarse tanto dinero en comer”.

Quizás os suene o quizás vosotros o vosotras hayáis dicho cualquiera de estas frases alguna vez, o frase parecida.

Y es que hay quien realmente sólo come para sobrevivir, para mantener el cuerpo vivo y no siente que el momento de la comida sea una experiencia de los sentidos. Así lo viven Ferran Adrià, los hermanos Roca o Nandu Jubany, entre muchos otros, que convierten la mesa en una experiencia no solamente del sabores sino en una fiesta de los sentidos. Una cosa es comer para sobrevivir y otra cosa es convertir ese momento en una experiencia gastronómica.

Lo importante, para gozar del comer, es utilizar nuestro cuerpo, que es aquello que tenemos “de serie”: saborearolermirartocar e incluso escuchar “los sonidos de la mesa”.  Y si aprendemos a hacer esto, gozaremos de la experiencia de comernos unos huevos fritos, unos macarrones, o un chuletón y también de comernos un filete de ternera y foie con salsa de vino dulce e higos. No importa cuán elaborado o sencillo sea el plato, la experiencia se vive como agradable y como un placer.

Lo mismo sucede, a muchas personas, con el sexo: lo viven como algo que solamente debe apagarse cuando se enciende, como una “necesidad”. Pero esa necesidad forma parte de nuestra parte más primitiva (como la necesidad de comer). Nuestra parte más animal nos empuja a comer para sobrevivir (y si no lo hacemos no viviríamos) y nos empuja a relacionarnos sexualmente para reproducirnos (porque si todos dejáramos de reproducirnos la especie se extinguiría). Pero mujeres y hombre hemos convertido la experiencia culinaria en un arte y lo mismo hemos hecho con el sexo.

Si tenemos cubierta nuestra necesidad más animal, podemos mirar más allá y desear más. Y entonces es cuando el sexo se convierte en mucho más que un pene y/o una vagina.

Es en ese momento en el que se empieza a gozar de las caricias, los olores, los sabores, los sonidos y las imágenes del sexo. Se entiende la sexualidad como algo que debe cuidarse, ya que no solamente es para cubrir una “necesidad de la especie” sino que es un espacio para gozar. Se tienen en cuenta todos los metros de piel que tenemos en nuestro cuerpo y también lo que hay en nuestro cerebro, lo que desea, y no lo reducimos todo a los genitales.

Esto es lo que verdaderamente es ser de buena vida: saborear la comida y apreciar la bebida (con moderación, claro) y saber gozar de nuestra sexualidad. Todo ello lo podemos hacer con nuestro propio cuerpo, no necesitamos nada más.

¿Ya has descubierto si comes para sobrevivir o, además, lo gozas? ¿Y con el sexo, qué haces?

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