EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

Cesc, el niño que cambió el chupete por una moto

Este niño de 10 años de Els Pallaresos (Tarragona) sigue acumulando títulos sobre dos ruedas con una precocidad y habilidad que le han convertido en una estrella de los campeonatos formativos

Cesc, que a los dos años ya iba en bici, accedió a abandonar el chupete cuando su tío Óscar le regaló una moto de juguete, que sirvió para que se agarrase a ella y no la soltase hasta hoy

Cesc Obiol

Cesc Obiol / FRANCESC BISET STUDIO

Emilio Pérez de Rozas

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Mucha sensatez, créanme. Kilos de sentido común, se lo digo muy en serio. Nada extraordinario, cero mimos, pura diversión y, más adelante, Dios (o alguien) dirá. Todo empezó cuando Cesc Obiol Folch empezó a ir en bici antes que a caminar. Vale, o casi. “Entonces fue cuando descubrí, cuando supe, que nos iba a llevar de cabeza con todo lo que llevase ruedas. Perdón, dos ruedas”, cuenta Óscar Obiol, encargado de la fábrica de plásticos que hay en Els Pallaresos, en Tarragona.

“Era tremendo, de verdad, se subió a una bici y, a los dos días, sino fue al día siguiente, su padre ya le quitó las ruedecitas pues iba solo, con un equilibrio y una habilidad pasmosas. Le salió natural y, sí, fue cuando nos percatamos de que algo tenía ese niño en mente. Y hasta hoy, claro”, explica su madre, Ana Folch, abogada vinculada al Departamento de Salud de la Generalitat.

Adiós al chupete

La cosa no acabó ahí. Perdón, empezó ahí. Pues hubo un momento, con solo tres años, que no había manera de quitarle el chupete y al tío Óscar no se le ocurrió otra cosa que inventarse una motito, casi de juguete, para cambiársela por el chupete. Dicho y hecho. Pero aquella noche, Cesc, normal ¿no?, recién estrenada la motito de su tío, encontró a faltar el chupete por la noche. “Cesc, si voy a buscar el chupete a casa del tío Óscar, le tengo que llevar la moto. El chupete por la moto ¿sí?” No.

Cesc Obiol, ayer, en Calafat, proclamándose campeón de la PromoRACC1.

Cesc Obiol, ayer, en Calafat, proclamándose campeón de la PromoRACC1. / FRANCESC BISET STUDIO

Hasta hoy, que, con 10 años, ha ganado todas las competiciones en las que ha participado desde los cuatro años. Sí, sí, porque Cesc Obiol Folch ya ganó la primera carrera, medio en broma medio en serio, que corrió, con 5 años, en el karting Mora d’Ebre, del campeonato ANPA Iniciación del 2017. Si quieren les doy la relación: campeón de la PromoRACC3, con 7 años; de la PromoRACC2 (dos años seguidos), con 8 y 9 años y, desde ayer, campeón de la PromoRACC1, con 10 años. Y siempre compitiendo contra pilotos mayores que él. El subcampeón de la PromoRACC1 tiene 12 años.

Balón al suelo. Repito: sensatez, sentido común, diversión. De momento. En esos campeonatos siempre hay quien asegura, todo un sabio, un gurú, haber descubierto al nuevo Marc Márquez, “cuando el nuevo Marc Márquez aún está por nacer, seguro”, cuenta papá Obiol, convencido de que, mientras pueda, mientras toda sea mancharse las manos los fines de semana, ayudará a su hijo, pero, eso, “cuando esto se ponga en serio, si es que se pone serio algún día pues, de momento, no deja de ser una diversión del niño, vamos a necesitar toda la ayuda del mundo. Ni Ana ni yo pensamos volvernos locos para que Cesc siga corriendo”.

A Cesc, por encima de todo, le gusta correr, entrenarse, competir y no le gusta nada tener que subir al podio. Él solo quiere pasárselo bien sobre la moto

Y es que Cesc, encima, es un buen estudiante en la escuela pública Arquitecte Jujol, en Els Pallaresos, donde le encantan las matemáticas y las ciencias y se defiende con las lenguas. Eso sí, pese a que alguna que otra profesora le pide que explique sus gestas en la pista, él se resiste a explicar cómo gana, dónde gana y a quien gana. Es más, los primeros berrinches y lloreras con papá coincidieron con sus primeras victorias, pues Cesc se negaba a subir al podio. “Papá, hemos venido a correr, hemos ganado, estupendo, pero nos volvemos a casa. Ya está, hemos corrido y listos”. Pero había que subir al podio, por respeto, y Cesc subía, sí, pero a regañadientes.

Aprender, aprender

Cesc ha sido veloz con todas las motos que han puesto en sus manos, sin o con marchas. Y aprendió rápidamente, primero en la Escuela de Pilotos de Constantí y, más tarde, en la Simonety School, de Barcelona. “Me encanta Marc Márquez, sí”, dice con la boca pequeña, casi sin abrirla. “También mucho las carreras de Moto3. Me fijo mucho en todos los pilotos y, cuando me explican algo, creo que lo pillo enseguida. No sé, me encanta entrenar, correr, competir, pero sobre todo divertirme, pasarlo bien”. Ni que decir tiene que del futuro mejor no hablar. De momento.

Cesc Obiol, en su vuelta de honor, ayer, en Calafat.

Cesc Obiol, en su vuelta de honor, ayer, en Calafat. / FRANCESC BISET STUDIO

“Como siempre ha sido el más joven en todas las categorías que ha competido, siempre ha sido el más pequeño y siempre ha llevado lastre en la moto, pero él se acostumbra a todo, no le importa”, explica su padre, que reconoce, como mamá Ana, claro, vivir “con cierta inquietud, que no temor, pero sí peligro, la pasión de su hijo”. Es lo que quiere y aunque todo empezase con un truco para que soltase el chupete, lo cierto es que algo de cosquilleo sienten por si Cesc acaba convirtiéndose en un piloto de verdad.

Su hermana Ona, de siete años, asiste atenta, tal vez algo perpleja, a la trayectoria de su hermano aunque, evidentemente, con la misma perspectiva que sus padres, es decir, con la sensación de que lo más importante es que Cesc se lo pasa bien y se divierta, lo que no deja de tener un punto de contacto, sí, cierto, pura locura y especulación, con lo que siempre ha reconoció Marc Márquez: “Solo eres veloz si te diviertes sobre la moto”.

Sensatez, sentido común, diversión, entretenimiento, a los Obiols Folch tampoco les vuelve locos subir al podio, “solo que nuestros hijos sean buena gente y felices”.

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