Tecnología y ética
Harari alerta del nacimiento de las dictaduras digitales
El historiador y filósofo israelí participa en el MWC y da tres consejos para evitar que el desarrollo tecnológico derive en un control masivo de los ciudadanos
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
“Si un gobierno usa la tecnología para vigilar y controlar a sus ciudadanos estará abriendo la puerta a las dictaduras digitales”. Este es el “mayor miedo” que el popular historiador y filósofo israelí Yuval Noah Harari tiene para los próximos 20 años. Así lo ha asegurado este lunes en el Mobile World Congress (MWC) que se celebra en Barcelona, durante una charla organizada por Digital Future Society junto a Juan Luis Arsuaga, paleoantropólogo de la Universidad Complutense de Madrid y moderada por Carme Artigas, Secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, sobre los retos de la sociedad digital.
Harari, autor de obras célebres como ‘Sapiens’ o ‘Homo Deus’, ha dado tres consejos para que la clase política regule las grandes corporaciones tecnológicas para garantizar que sus herramientas tienen un buen uso y que no derivan en un salto al autoritarismo:
1- “Cuando alguien recopila mis datos eso debería servir para ayudarme, no para utilizarme”.
2- “La gestión de los datos personales no se puede concentrar los datos en pocas manos, eso es una carretera hacia las dictaduras”
3- “Si hay más vigilancia sobre la gente también tiene que haberla sobre políticos y corporaciones, la vigilancia tiene que tener dos direcciones”
Harari ha señalado que el mundo actual está presenciando la emergencia de una nueva Guerra Fría tecnológica entre los Estados Unidos y la China. “La mayor parte del mundo se está convirtiendo en colonias de datos”, ha remarcado. “Esos datos fluyen hacia ahí, donde se desarrolla la Inteligencia Artificial (IA) de control social más sofisticada, y eso es extremadamente peligroso”.
En el choque entre esos dos modelos —el capitalismo de vigilancia y el autoritarismo digital—, Harari ve la Unión Europea (UE) como una tercera vía necesaria para desarrollar un “papel central” hacia un modelo más ético y humanista.
Retos para el futuro
Harari y Arsuaga han debatido durante una hora sobre grandes retos de la sociedad del desarrollo tecnológico como la robótica, la modificación genética, el transhumanismo o el conflicto entre la civilización y los recursos naturales. “En el pasado los progresos se han hecho explotando recursos, continentes y océanos. Siguiendo esa lógica deberíamos ir a otro planeta para explotarlo, pero no podemos, así que el ciclo se ha acabado. Estamos en el punto final de esta historia”, ha reflexionado Arsuaga, uno de los descubridores de los yacimientos pleistocenos de Atapuerca.
Otro de los puntos en los que han discrepado ha sido el uso de la tecnología para “mejorar” la raza humana y confrontar la muerte. Harari cree que, tras el fracaso de las religiones y las ideologías de la nueva era, la humanidad cuenta ahora con “herramientas para ingeniería biológica” para crear cyborgs, una tentación “demasiado grande” para crear “nuevas entidades humanas y no humanas”. Arsuaga se ha mostrado más escéptico. “Somos una especie lenta, nos cuesta 20 años producir un ser humano adulto. Creo que eso hace imposible alargar mucho la vida”, ha explicado.
Ambos han insistido en que la tecnología no es ni mala ni buena, sino que depende del uso que se le dé. “Puede alumbrar el mejor sistema sanitario de la historia, pero también para crear regímenes totalitarios”, ha explicado Harari. Su uso, por ejemplo, ha permitido responder a la pandemia del covid-19 con una velocidad inaudita. Aún así, han remarcado que su uso “es una pregunta política y ética, no tecnológica ni científica”. “Los científicos deberíamos explicar que no somos dioses, que no solucionaremos todos los problemas de las sociedades, es momento de convertirnos en adultos y confrontar los problemas”, ha concluido Arsuaga.
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