Abdesamad El Bakali (Al Ouahda): "Me duele que Rocafonda siempre salga en negativo"

Abdesamad El Bakali, presidente de la asociación cultural Al Ouahda de Rocafonda, en Mataró.

Abdesamad El Bakali, presidente de la asociación cultural Al Ouahda de Rocafonda, en Mataró. / periodico

JOAN SALICRÚ / MATARÓ

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“La mezquita tendría que ser un espacio público”, apunta antes de empezar la entrevista en sí, soltando el primer titular. Es Abdesamad El Bakali, presidente de la asociación cultural Al Ouahda, la entidad que agrupa a los musulmanes del barrio de Rocafonda de Mataró, uno de los que más inmigración tiene en la ciudad (19,59% de sus habitantes son nacidos fuera de España). Educador social, en las últimas elecciones de la entidad El Bakali se impuso a la candidatura más conservadora y representa un islam moderno, europeo, dispuesto a afrontar los envites que surjan. Llevamos a cabo la entrevista en la propia mezquita, ubicada en el interior de un local alquilado a la empresa municipal PUMSA que se sitúa en el polígono de Mata-Rocafonda, alejada del barrio unos cientos de metros. Desplazarla fuera de la trama urbana fue la solución salomónica a la cual se llegó catorce añós atrás, cuando las chispas estuvieron a punto de saltar ante la posibilidad de construir una mezquita como tal en el barrio. Una solución que se aplicó también a las dos otras grandes mezquitas que hay en la ciudad –la de Annour y la de Masjid Bilal-, situadas ambas en otro polígono, el de Pla d’en Boet. En relación a esto, es él quien formula la primera pregunta. En perfecto catalán, se pregunta: “¿por qué los centros de culto islámicos están fuera del núcleo urbano, en polígonos industriales?”.

--Empecemos por aquí. Quince años después de aquella situación, ¿cree la comunidad musulmana de Mataró que las mezquitas tienen que seguir en polígonos industriales? 

--A nivel de posibles problemas de convivencia, de ruido, de cumplir la normativa municipal… aquí estamos bien. Pero claro, el lugar natural de una mezquita es el barrio. Para evitar los posibles problemas de convivencia, de ruido, de aglomeraciones… se optó por esta ubicación, pero nuestra forma de entender la religión, que consiste en rezar cinco veces al día en un espacio abierto, donde tienen cabida hombres, mujeres y niños… no creo que sea correcto que la mezquita esté alejada del barrio, de la ciudad. Esta religión, como todas, tiene que vivirse en la calle, compartiendo, haciendo el bien… si yo pudiera escoger, escogería el barrio. Cumpliendo las normas y las normativas, evidentemente.

--¿Concretamente la comunidad musulmana de Rocafonda se ha sentido arrinconada, por el hecho de estar en este espacio, apartado del barrio?

--Sí, hay que tener en cuenta que teóricamente estábamos aquí de forma temporal. Y nuestra gente, que ha evolucionado en este tiempo, quizás entonces no tenía el nivel cultural como para oponerse a una decisión así. Ahora, un poco la sensación de “os hemos dejado aquí” sí existe… La mezquita está abierta para los vecinos; de hecho hacemos actividad religiosa pero también cultural y lúdica… hacemos encuentros, hacemos reuniones… pero bueno, la situación de momento es esta.

--Entonces de aquí a 30 años, ¿usted cree que podremos ver una mezquita en el barrio, tenga forma de mezquita o no?

--Me gustaría porque está claro que a nivel legal no hay ningún conflicto. La normativa de Afers Religiosos de la Generalitat no dice que la mezquita tenga que estar en un polígono o a diez kilómetros del núcleo urbano. En treinta años habrá unas generaciones mucho más adaptadas; serán generaciones que habrán nacido aquí enteramente. Tienen otra forma de ver la religión y practicarla. Espero que todo esto contribuya al bien social del barrio y de la ciudad.

--Para deshacer malentendidos. A veces se dice que gobiernos como el de Marruecos paga a los imanes para que vengan a difundir un determinado mensaje en la mezquitas. 

--No tenemos ninguna relación con el gobierno de Marruecos ni ningún otro. Porque entre otras cosas la gente que viene aquí mayormente son marroquíes pero también de Mali, de Gambia, de Senegal. También musulmanes de aquí, catalanes, o de América Latina. O de Rusia y Bielorrusia. La mezquita no puede ser de una sola nacionalidad; al revés, es de todos y tendría que ser, además, un espacio público, abierta también a los no musulmanes. De forma que la gente que haya sentido cosas de nosotros que no entienda pueda venir y preguntárnoslas.  Esto pasó con el chaval del barrio que detuvieron en una operación “antiterrorista”. Cualquiera se pone a dudar de su vecino; de hecho es normal, tiene derecho a dudar del otro.

--En el caso de la mezquita de Rocafonda, ¿quién es el imán y de dónde sale?

--En nuestro caso ni cobra, es un voluntario, una persona que hace veinte años que vive en el barrio, tiene hijos aquí, y tiene encomendada está función. Pero normalmente es un trabajador de la entidad, una persona a quien se le paga por hacer esta función. Pero en cualquier caso no es el imán quien marca las líneas hacia donde tiene que ir la entidad; es al revés, es la junta quien manda y la responsable del mensaje religioso que se emite aquí. Si hacemos un acto público, como el aniversario del Racó de la Pau, el imán hace una plegaria pero quien hace el discurso público soy yo.

--¿Qué tipo de mensaje tratan ustedes de lanzar desde la mezquita? 

--Respeto muchas cosas que ocurren en el barrio nosotros damos un mensaje, de respecto, de convivencia, de ayudar, de colaborar en cosas que no son religiosas. El otro día se nos pedía difundir el mensaje para que nuestra gente participase en la marcha del Alzheimer; pues esto se dijo des de la silla del imán, ligándolo con los textos religiosos que se leen. El mensaje aquí está enfocado en el sentido de la cohesión social y la convivencia. Todo aquello que es bueno para la ciudad es bueno para nosotros y todo lo malo también nos afecta. La religión tiene que ser una parte mínima de nuestra vida en el barrio. El verdadero musulmán siempre tiene que contribuir al bien de su sociedad, independientemente de si es totalmente cristiana, musulmana o mezclada. Por eso siempre se habla de las buenas obras y se pide que la persona esté en positivo en su sociedad. 

--A raíz de la polémica de hace un mes, sobre la paella que algunos comerciantes del barrio impulsaron y decidieron hacer con cerdo, aún sabiendo que esto impedía que el colectivo musulmán asistiera

--Por lo de la paella nosotros no nos sentimos aludidos. Primero porque quien lo organizó no es ni una entidad, de hecho no sé qué interés tienen. Nosotros dijimos que nos daba igual, que si querían, lo hicieran… con cerdo o con percebe. Ahora, claro, si tú haces una paella popular en el barrio, entiendo que está abierto a todo el mundo. Y ellos saben que nosotros tenemos unas necesidades a nivel de gastronomía; si yo te invito a mi casa, haré que te encuentres a gusto. Esto es lo que no detectamos. Había una intención de celebrar algo; muy bien, pero no era ni con voluntad popular ni "de barrio". Nosotros lo que pedimos es que si se hacen cosas con vocación popular se hagan de una forma que respete la cohesión del barrio. La asociación de vecinos ya comentó su postura y nosotros estamos de acuerdo con ellos. Me parece que la Asociación de Vecinos ha sido la voz del barrio; no es de un partido político, no es de una ideología concreta. Dentro hay muchos sensibilidades. Yo creo que este es el modelo que tenemos que seguir. Nosotros estamos en el barrio con la intención de facilitar la cohesión del barrio, de que todo el mundo esté a gusto.  

--Pero entonces ¿qué interpreta usted que es lo que pasó?

--Nosotros ni fuimos ni se nos invitó. El año pasado se hizo una paella en El Palau y no hubo ningún problema. Si se hace una cosa privada, nadie se quejará, obviamente, pero si cuelgas carteles en todo el barrio de “arrossada popular” pero resulta que al final no es ni popular ni cívica... Yo lo que pregunto es: ¿de quién ha sido la idea de crear este conflicto? No sé si hay un interés político o qué… Pero a nosotros no nos gusta por lo que implica respecto la imagen del barrio, porque como sabéis, salió por todos lados… ¡me llamaron hasta de Antena 3! Que salga una cosa negativa del barrio, no nos gusta. A mí me duele que Rocafonda siempre salga en plan negativo. Me gustaría que saliera porque un alumno ha sacado buenas notas o porque una persona ha hecho una acción social. Y que eso sea lo que tenga eco mediático. Pero desgraciadamente, siempre salen las cosas negativas, de forma exagerada.

Sobre la paella, espero que no vuelva a ocurrir. La gente es libre de hacer lo que quiera pero no nos gusta que se hagan actividades así en el barrio; me gustaría que se hicieran actos no para meter cizaña sino para unirlo, para mejorarlo, porque el barrio tiene muchas carencias en el ámbito educativo, social, de ocio… ¿Si es algo anecdótico? Yo solamente llevo siete años en Mataró... pero para mí hay una buena convivencia; además hay una línea de entidades del barrio que trabaja en la dirección de convivencia, de buena vecindad, de cohesión social. Estas cosas son muy aisladas. El barrio es muy conflictivo, hay muchos problemas pero lo que tenemos que hacer no es esconder la cabeza sino salir, afrontarlos y trabajar juntos. 

--¿Debe de ser este, el punto de encuentro entre unos y otros, para superar este enfrentamiento? 

--Es que es nuestra obligación. No puede ser otra. Yo en la mezquita paso media hora al día y las 23 y media restantes en el barrio. Por eso, el mensaje nuestro a nuestra gente es que se implique en el barrio. A la gente no le importa mi religiosidad, no le afecta, pero el trabajo que pueda hacer en el barrio, sí. El trabajo a hacer debe de hacerse en el barrio, no en la mezquita, para entendernos.

--¿En todo caso, cuáles cree que son los principales problemas del barrio?

--Pues por ejemplo la ausencia de espacios de ocio, en un barrio con muchos pisos de cuatro o cinco plantas. Rocafonda solamente tiene un parque, inaugurado recientemente. Y después hay un par de plazuelas. Y el barrio está muy poblado, con muchos niños. También hay mucho paro, mucha delincuencia y ahora, por ejemplo, las últimas estadísticas dicen que en el barrio hay muchas mafias de ocupación de pisos. Esto nos afecta también a los musulmanes. Yo mismo tengo miedo, ¡claro que sí! Los Mossos y la Generalitat y las autoridades en general tienen que ponerse a trabajar para resolver esta problemática, porque no queremos esta imagen para el barrio. A nivel educativo, por ejemplo, tenemos mucho fracaso escolar. El fracaso escolar, por ejemplo. Genera muchas otras cosas: delincuencia, maltratamientos, drogas…  Y esto repercute a nivel social: cada familia tiene un drama pero también de cara a la sociedad porque este hijo que ha fracasado a mí me acabará afectando, porque al final puede ser que me robe el coche. Tenemos que ponernos a trabajar. Todo eso, quieras o no, afecta el barrio. Sale mucha información y si no afrontas los problemas, acaban pudriéndose. Si lo dejamos, mañana puede ser muy caro y muy costoso. Hay que ayudar al gobierno de turno y es por esto que nosotros como entidad le damos nuestro apoyo. 

--¿Qué valoración hacéis del papel del anterior gobierno municipal y del actual?  

--Yo creo que el barrio necesita una atención bastante especial. Hay problemas muy de fondo que exigen ponerse a trabajar ya. A nivel de espacio hay problemas; hay mucho ruido. Aquí hace falte un polideportivo, seguro. Me parece que es el único barrio de la ciudad que no tiene polideportivo. Ahora se habla también de hacer un instituto; no sé si es lo más necesario porque tampoco tenemos una visión de la ciudad como la que tiene el gobierno municipal.

--En términos de convivencia, se dice que los magrebíes tenéis otro tipo de uso del espacio público, mucho más intensivo que los autóctonos. ¿La comunidad va entendiendo que hay que cambiar ciertos comportamientos?

--Sí, pero también pienso que cada día esto va a menos. Las generaciones de jóvenes que van creciendo están cada vez más concienciados. Nosotros, en Ramadán, ponemos carteles en el barrio para que la gente no haga ruido; que yo haga Ramadán no quiere decir que Maria o Joan tengan que hacer el Ramadán conmigo. También hacemos brigadas, a la salida de las plegarias, para que cuando terminen la gente no se quede charlando sino que se vaya a casa… pero yo creo que es una cuestión cultural y que de aquí a un tiempo desaparecerá totalmente. Y bueno, yo siempre digo que si hay alguien que no respeta la normativa, pues se llama la policía. Sea de donde sea la persona a quien se denuncie. A las 3 de la mañana no se puede molestar a los vecinos. Y ya está. Llamar a la policía para denunciar a alguien que hace ruido, no es ser racista. ¡A mí también me molestan a veces los vecinos! Este pasado Ramadán, parte de la gente que se quejó a la policía por ruidos eren musulmanes... 

--Respeto a la persona que fue detenida en diciembre pasado

--No tengo demasiada información al respecto. Yo no le conozco y los compañeros que hace más tiempo que están aquí me dijeron que no venía por la mezquita. Pero vaya, era alguien que parece que tenía problemas psicológicos; nada que ver con la religión. Lo que si me llegó, antes del verano, es que al final la cosa quedó en nada y que estaban pendientes de dejarlo en libertad. Claro, es que lo que el ministro del Interior dijo era muy fuerte, que estaba a punto de atentar y el chico por lo que yo sé ¡no era capaz ni de sostenerse en pie! Muchos de estos temas generan un gran eco mediático pero después quedan en nada. Yo creo que hay un interés en hinchar temas como este. Somos los primeros que, cuando ocurre un atentado, lo condenamos. ¡Siempre que hay que un atentando yihadista mueren musulmanes! Para mí los autores de estos atentados son criminales, se llamen cómo se llamen. Lo que pasa es que Rocafonda ya ha quedado ensuciada, mediáticamente… la gente empieza a dudar de todo el mundo. La única receta es el día a día, porque la gente se conoce, comparte escuela, barrio, se va al mismo mercado…  La gente es mucho más abierta de lo que alguien pueda pensar.  

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