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París 2024: el desafío de unos Juegos Olímpicos en un mundo convulso

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Sede de la oficina de los Juegos Olímpicos en el barrio de Saint Denis.

Sede de la oficina de los Juegos Olímpicos en el barrio de Saint Denis. / MOHAMED BADRA /EFE

Enric Bonet

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Un acontecimiento escrito en mayúsculas en la agenda y subrayado en rojo en el calendario. Dentro de 207 días, empezarán los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París. El 26 de julio, un espectacular desfile de las delegaciones de atletas por el río Sena debe dar el pistoletazo de salida al gran evento deportivo del 2024. La “Ciudad de la Luz” organizará la cita olímpica por tercera vez y lo hará justo un siglo después de haberlo hecho en 1924. Tras una edición de Tokio en 2021 marcada por el covid-19, representarán los primeros Juegos en un mundo pospandemia

La coyuntura histórica, la tradición de la capital francesa de acoger grandes acontecimientos deportivos, la voluntad de la alcaldesa socialista Anne Hidalgo de convertirlos en los primeros Juegos ecológicos… Hay suficientes ingredientes sobre la mesa para que termine siendo una cita exitosa. No obstante, los obstáculos empiezan a acumularse y las curvas se han multiplicado antes de que la antorcha olímpica llegue a París. La amenaza terrorista, tensiones geopolíticas (guerra en Gaza y Ucrania), problemas en el transporte público, presuntos casos de corrupción, entradas con precios muy caros… Los Juegos deberán superar múltiples desafíos. Y crece la sensación de que el Gobierno de Emmanuel Macron y el Ayuntamiento parisino tienen bastante más que perder que ganar.

Cuando faltan siete meses para su inicio, no impera una gran ilusión en la sociedad francesa —y aún menos en la parisina— respecto a los Juegos. La opinión pública, en realidad, está dividida. Según un sondeo reciente del instituto Odoxa, el 65% de los franceses consideran algo positivo la organización de París 2024, un apoyo que ha disminuido en 10 puntos en los dos últimos años. En el caso de los habitantes de la región parisina, el respaldo ha disminuido en 20 puntos y hasta el 44% ven este acontecimiento como algo negativo. No se percibe en la capital francesa un espíritu olímpico equivalente al de Barcelona 92. Al menos de momento.

Las principales preocupaciones, según el estudio de Odoxa, se deben a los problemas en el transporte público (81%), la seguridad (73%) y la capacidad de los organizadores para terminar las obras a tiempo y que todo funcione correctamente (71%). El fiasco de la final de la Champions de 2022, entre el Real Madrid y el Liverpool, y la actuación calamitosa de la policía francesa y los organizadores de ese partido dejaron un gusto amargo. A esas dudas, se le ha sumado el temor al terrorismo yihadista en plena guerra de Gaza.

El reto de la ceremonia inicial

El presidente Macron advirtió a mediados de octubre de “un retorno del terrorismo islamista”. Las autoridades galas temen eventuales repercusiones en su territorio de la devastadora escalada en el conflicto palestino-israelí, que ya ha dejado un reguero de más 21.000 palestinos muertos y más de 1.200 israelís, según los datos de las respectivas autoridades. Francia elevó al máximo su nivel de alerta antiterrorista el 13 de octubre, el mismo día en que el profesor Dominique Bernard fue asesinado en Arras por un joven yihadista ruso, que había pasado la mayor parte de su vida en el territorio galo. 

El 2 de diciembre, hubo otro atentado en París, en el puente de Bir Hakeim. Ese sábado por la noche, un joven francés con raíces iranís, que sufría problemas mentales y había sido encarcelado por planear un ataque terrorista, mató a un turista filipino-alemán cerca de la Torre Eiffel. Cometió ese ataque con un cuchillo y martillo en esa zona por su “carácter simbólico” y al tratarse de “un lugar de los Juegos Olímpicos”, reconoció Emmanuel Grégoire, el número dos del Ayuntamiento parisino, en una entrevista para la cadena France Info.

“Estoy convencido de que lograremos organizar estos Juegos Olímpicos de manera muy satisfactoria”, prometió en esa misma intervención la mano derecha de Hidalgo. La amenaza yihadista no resulta nueva en Francia. Seguramente, es menos intensa ahora que durante la oleada de atentados de 2015 y 2016. Sin embargo, a pesar de que los ataques aislados se han producido de manera recurrente desde entonces, los últimos episodios trágicos de este estilo han alimentado las dudas sobre la ceremonia inicial de la cita olímpica.

“Hay una serie de riesgos que planean” sobre los Juegos, reconoció Frédéric Pechenard, dirigente de la derecha republicana y exdirector de la policía nacional, quien pidió la preparación de “un plan B” al desfile por el Sena. No hace falta ser un gran experto en temas de seguridad para entender el desafío para la policía que representa ese acto por el eje neurálgico de la capital francesa. De momento, se desconoce si la delegación israelí aceptará participar en un acto así. Aún más, teniendo en cuenta el recuerdo vigente del secuestro de los atletas israelís durante los Juegos de Múnich de 1972.

El miraje de la “tregua olímpica”

“Estamos preparando una ceremonia de apertura que sea única y espero que haga que las francesas y los franceses se sientan muy orgullosos”, defendió Macron a finales de diciembre. Durante una entrevista en la cadena France 5, el presidente recordó que Francia había organizado con éxito grandes acontecimientos deportivos a pesar de la amenaza yihadista —desde la Eurocopa de 2016 hasta la reciente Copa del Mundo de rugby, pasando por el Mundial de fútbol femenino de 2019—. Y aseguró que disponen de “un plan B y un plan C”. No obstante, el semanario de investigación 'Le Canard enchaîné' ha revelado que Macron exageró con su afirmación, puesto que el Comité organizador de los Juegos “no ha trabajado en uno o varios escenarios alternativos”.

Además de la amenaza terrorista, las tensiones geopolíticas por la guerra de Ucrania podrían afectar a los Juegos. El Comité Olímpico Internacional (COI) se pronunció finalmente el 8 de diciembre sobre la espinosa cuestión de la participación de los atletas de Rusia y Bielorrusia. Autorizó su presencia en París, pero bajo unas estrictas condiciones: utilizar bandera neutral, solo participar en competiciones individuales y no tener vínculos con el Ejército ni haber apoyado la invasión rusa del territorio ucraniano. Como era previsible, esa decisión molestó a Moscú y sus aliados. Pero tampoco gustó a Kiev ni aquellos países del este de Europa que apoyan con mayor firmeza al gobierno de Volodimir Zelenski.

Las olimpiadas del verano se celebrarán en un momento de tensiones geopolíticas y diplomáticas. El orden mundial está convulso ante el difícil parto de un mundo multipolar en este siglo XXI. Este escenario internacional se vio reflejado en noviembre en la votación en la Asamblea General de Naciones Unidas del clásico texto para pedir “un mundo pacífico y mejor” durante los Juegos. Por primera vez desde 1993, esa resolución, no vinculante, de una “tregua olímpica” no la adoptaron por consenso. Solo obtuvo el voto favorable de 118 de un total de 193 países. Lo que reflejó la actual discordia en la escena internacional.

¿Unos Juegos sin los parisinos?

Las divisiones diplomáticas coexisten con aquellas intrínsecas en la bulliciosa sociedad francesa. Tras un 2023 para olvidar para Macron —marcado por la oleada de protestas sindicales contra la impopular reforma de las pensiones, la revuelta de finales de junio en las “banlieues” y la controversia a finales de año por una dura ley migratoria—, el dirigente centrista confía en que los Juegos representen un momento de optimismo y cohesión para la nación. Aunque París tiene una gran tradición deportiva y no ha necesitado construir muchísimas infraestructuras, las polémicas (y las dudas) han proliferado en los últimos meses.

Uno de los aspectos más polémicos son los transportes públicos. Debido a que París atrae para trabajar u otras actividades a buena parte de todos aquellos que viven en la periferia de la región parisina (12,21 millones por 2,14 millones en la capital), sus líneas de metro y trenes de cercanías ya suelen estar llenas de gente en circunstancias normales. Podrían quedar saturadas durante los Juegos. “Hay lugares en que no estaremos preparados, ya que no habrá un número suficiente de trenes ni de frecuencia”, reconoció Hidalgo. 

Ante un posible aforo excesivo de las líneas, la región de París ha decidido doblar (hasta 4 euros) el precio de cada billete de metro, pese a la promesa inicial de que todos los espectadores podrían desplazarse de manera gratuita. El ministro de Transportes, Clément Beaune, pidió a “todos aquellos que puedan” que “hagan más teletrabajo” o “hagan sus vacaciones durante ese periodo”. Es decir, invitó a los parisinos a irse de la ciudad durante la señalada cita. Mensajes subliminales de este tipo han debilitado la promesa de que resultarán unos “Juegos populares”. 

A pesar de que los organizadores han reiterado esta idea de un acontecimiento accesible para las clases trabajadoras, ya quedó más que cuestionada con los elevados precios de las entradas: suelen oscilar entre 385 y 690 euros. También se teme un coste disparado para todos aquellos visitantes que quieran hospedarse en la capital francesa durante esas fechas. Según un estudio de la consultora Deloitte, el precio medio por noche y persona será de unos 220 euros, aunque podría resultar más elevado ante la dificultad de calcular los efectos especulativos en plataformas como Airbnb.

Presuntos casos de corrupción en el comité organizador, el recurso a inmigrantes sin papeles —quienes han protagonizado importantes movimientos sociales en los últimos meses— en las obras de las infraestructuras olímpicas, el desalojo de residencias de estudiantes y de centros de personas sintecho en el marco de los Juegos… La cita olímpica se ha visto rodeada por numerosas polémicas en los últimos meses. Todas ellas dificultan ver qué legado pueden dejar los Juegos en una ciudad tan conocida y consagrada como París. Quizás sus organizadores deberán conformarse con un objetivo más modesto, pero igualmente noble: un verano de 2024 en que sean protagonistas los atletas olímpicos y paralímpicos. Y lo hagan sin ningún sobresalto.

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