Frank Zappa, 25 años sin el gran provocador

El creador de Baltimore dejó huella como músico rompedor y referente contracultural

zentauroepp28133062 frank zappa  1984 fotografia  steve schapiro181130115606

zentauroepp28133062 frank zappa 1984 fotografia steve schapiro181130115606 / periodico

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es una imagen icónica de la cultura pop: un tipo melenudo con mostacho, los pantalones bajados y sentado en la taza del wáter, no un inodoro cualquiera, sino el del señorial Royal Garden Hotel, de Londres. Instantánea de Robert Davidson, de 1967, que capturó a lo bruto la posición que eligió Frank Zappa para pasearse por esta vida. Han transcurrido 25 años desde su deceso, de un cáncer de próstata (el 4 de diciembre de 1993, a los 52 años), y Zappa vuelve a emerger como mezcla de músico indescifrable, abuelo cascarrabias y referente de las disidencias habidas y por haber.

Un creador cuyo legado apabulla: 62 álbumes editados en vida, y una cincuentena más post-mórtem. Lo cual no facilita la comprensión de su obra, ya de por sí intrincada. Pero, más allá de si era un músico de vanguardia, un rockero o todo lo contrario, Zappa nos llega como referente contracultural; un disidente de cuna con muchos frentes abiertos: la moral burguesa, sí, pero también el mismo rock, que tachó de artefacto asimilado. Bufón ilustrado, su ingenio y verbo envenenado abrieron grietas refrescantes y controvertidas. Procedemos a introducirnos en algunas de ellas.

Contra los hippies, hijos de papá

Aunque nacido en Baltimore, en 1956 se asentó con sus padres en California, con lo cual el despertar hippie en San Francisco le pilló de cerca y como veinteañero. Pero si bien Zappa hizo suyo el rock como instrumento agitador, tendió a menospreciar a los apóstoles de la era de Acuario. Acusaba su idealismo retórico y su condición de hijos de papá que preferían flotar entre nubes de marihuana a emprender la acción directa. “Assholes in action”, les llamó. Gilipollas en acción.

Para él, las drogas no estimulaban la crítica política sino que atontaban. Y en 1968 resumió sus tesis sobre todo ello en el álbum ‘We’re only in it for the money’ (‘Estamos en esto solo por la pasta’), cuya portada parodiaba al ‘Sgt. Pepper’s’ de los Beatles, grupo al que consideró un ejemplo de la conversión del rock en producto industrial.

Máquina de frases célebres

Como es sabido, Zappa era un cachondo. “Lee el ‘Kama Sutra’. ¿Cuánta gente murió por leerlo, comparado con la Biblia? ¿Quién gana?”. Hay webs especializadas en reunir sus frases lapidarias, entre ellas “todo el mundo es idiota hasta que demuestre lo contrario” o “la política es el departamento de espectáculos de la industria”.

El gremio de periodismo musical reserva sus mejores sentimientos para sus pensamientos sobre la profesión. Tenemos el célebre “escribir sobre música es como bailar arquitectura”, y una variante no menos letal (y que no deja a nadie a salvo): “el periodismo musical consiste en gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer”.

Azote del poder (y del contrapoder)

Un trazo de Zappa fue arremeter no solo contra el poder sino también contra la oposición, siempre tachada de inoperante. Incluido el pacifismo, incapaz, en su opinión, de desafiar al sistema. En ‘Joe’s garage’ (1979) especuló metafóricamente sobre un mundo totalitario en el que la música estaba prohibida, y en la canción ‘I don’t wanna get drafted’ ridiculizó el registro militar que Carter impuso para agilizar el alistamiento de los jóvenes.

Con Reagan tuvo más detalles: ya cuando era gobernador de California, en 1968, le dedicó ‘Agency man’, donde desfilaba como un “sonriente Gran Hermano”, y siendo ya presidente, en el videoclip de ‘You are what you is’ (él único de toda su carrera, en 1981), se atrevió a sacar a un doble suyo y sentarlo en una silla eléctrica, donde se ponía gomina y sonreía como un papanatas.

Fundamentalismo religioso, no gracias

El Zappa politizado fue a más en los 80, al tiempo que advertía del cruce, en la misma Casa Blanca, de ultraderecha y fundamentalismo religioso. Estados Unidos iba camino de convertirse en “una teocracia fascista”, lo cual le empujó a grabar canciones como ‘Jesus thinks you’re a jerk’ (‘Jesús cree que eres un idiota’), en torno a los telepredicadores (en la época triunfaba el sobreexcitado Jimmy Swaggart; eso fue antes de que fuera pillado con una prostituta), o ‘When the lie is so big’ (‘Cuando la mentira es tan grande’, sobre la radicalización del Partido Republicano.

Las 'guerras del porno'

Cuando, a mediados de los 80, Tipper Gore, esposa del entonces senador Al Gore, emprendió su brigada puritana contra el lenguaje sexual, violento o satánico de los discos de rock poniéndose al frente del PMRC (Parents’ Music Resource Center), Zappa fue el músico que con más empeño alzó su voz opositora. “Quiero que mis hijos crezcan en una sociedad libre y que vean, escuchen y piensen lo que quieran”, defendió en el mismo Senado dirigiéndose a la tropa censora, integrada por esposas de políticos tanto republicanos como demócratas. “¿Cómo se atreven, señoras?”.

En consecuencia, Zappa, que a los 24 años había pasado diez días en la cárcel por “conspiración para producir pornografía”, tituló irónicamente su siguiente disco “Meets the Mothers of Prevention” (guiño a su vieja banda, Mothers of Invention) e incluyó una canción titulada ‘Porn wars’. Del activismo de Zappa en esa época tomó nota un joven llamado Michael Moore.

El presidente que no fue

En sus últimos años, Zappa protagonizó la campaña ‘Don’t forget to register to vote’, con un vídeo en el que se dirigía a los jóvenes de 18 años para que hicieran el favor de acudir a la oficina de correos más cercana y registrarse para ejercer el derecho al voto. “Puede sonarte aburrido, pero si no lo haces, esa gente podrá cambiar tu vida de un modo que no te va a gustar”.

Congenió con el presidente checo Vaclav Havel, fan suyo (y próximo al grupo Plastic People of the Universe, bautizado en 1968, en la escena disidente de Checoslovaquia, en honor a su canción ‘Plastic people’), quien le dio un cargo oficioso de adjunto cultural. Quizá animado por la experiencia de su amigo, y vistas las cosas en los Estados Unidos de Bush padre, se animó a anunciar su intención de presentarse a las elecciones de 1992. La enfermedad frustró ese sueño. Quizá alguien recoja algún día su antorcha.

TEMAS