MAYORÍA DE EDAD

Froilán, el infante terrible, se hace mayor

El sobrino mayor del Rey cumple 18 años y deja atrás una infancia y adolescencia marcadas por las trastadas. El último curso lo ha pasado en un internado de EEUU de carácter militar.

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JUAN FERNÁNDEZ

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Hasta la llegada de los yernos malditos, los paparazi españoles suspiraban por tener una familia real similar a la británica, poblada de personajes generosos en escándalos y salidas de pata de banco. El cambio de titularidad en la corona y el ostracismo al que fueron sometidos Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarín en los últimos años -cada uno por sus motivos- parecían haber devuelto a la información monárquica a la nota cortesana y el posado oficial. Pero los cazadores de instantáneas sensacionalistas tenían marcada en el calendario la fecha del 17 de julio del 2016 como quien le pone una vela a su santo favorito: hoy cumple 18 años Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, el mayor de los sobrinos del Rey y una de las figuras del clan real que más imágenes traviesas -véanse las que ilustran esta página- y comentarios intrigantes ha generado en los últimos años.

Si Froilán -nombre con el que es conocido por el pueblo llano, aunque en su entorno cercano le llaman 'Pipe'- fue una fuente de noticias díscolas y cuchicheos varios cuando era menor de edad, ¿qué no puede dar que hablar ahora que nadie, con la ley en la mano, puede frenarle? Los fotógrafos del cuché engrasan estos días sus cámaras a la espera de captar la imagen del vástago de Elena de Borbón conduciendo su primer coche, dando sus primeros tragos (legales) de alcohol o cometiendo alguna tropelía recogida en el Código Penal de los adultos.

PEINETA A LOS FOTÓGRAFOS

No es que le tengan ganas; es la fama de verso libre en el soneto borbónico la que permite albergar lances explosivos de quien ya ha sido retratado pateando a sus primos en plena ceremonia nupcial de su tío el monarca, haciendo la peineta a los fotógrafos que le perseguían a la salida de un sarao o abandonando el hospital tras dispararse en un pie con la escopeta de caza de su padre.

Apunta maneras el joven Froilán, quien parece haber heredado la afición a la espontaneidad de su abuelo Juan Carlos, de quien se dice que es su ojito derecho, y el gusto por la vida disipada de su padre. Serios tuvieron que ponerse en casa con él cuando trascendió que ejercía de relaciones públicas de las sesiones para adolescentes de la discoteca Joy Eslava de Madrid y que se paseaba por los alrededores de la Puerta del Sol con una máscara de Anonymous para hacer el ganso sin ser reconocido.

Pero más severos han necesitado ser sus padres con él a cuento de sus estudios. Con madera de animador de fiestas, el nieto del Rey emérito no parece haber sido llamado por el camino de la academia. Después de suspender varios cursos de la ESO en el selecto colegio del Pilar de Madrid, sus padres acabaron internándolo en el centro Sagrada Familia de Sigüenza (Guadalajara), desde donde lo mandaron el pasado otoño a otro internado de inspiración militar en Virginia (Estados Unidos).

ENTRE LOS TOROS Y PODEMOS

Cuentan las crónicas monárquicas que Froilán ha vuelto cambiado de tierras norteamericanas. Más formal, más maduro, todo un hombrecito. Las imágenes de su regreso revelan que en América se dejó la barriguilla y el rostro de púber con los que se fue, pero no así sus principales aficiones: sus primeras apariciones públicas corresponden a la corrida de la Beneficiencia celebrada en en la plaza de Las Ventas, donde se le vio en el palco real junto a su abuelo y su madre, y a la fiesta que se marcó en la antigua sala Pachá de Madrid, donde ocupó un reservado vip con un grupo de amiguetes.

Conocida su tendencia a dar la nota, los antimonárquicos lo adoptaron como su rey particular mucho antes de que trascendieran sus simpatías -negadas por su padre- hacia el ideario de Podemos. Sin el amparo de la minoría de edad que hasta ahora le protegía, ha llegado la hora de saber si Froilán es el nuevo caballo de Troya republicano incrustado en la Casa del Rey o una figura de perfil bajo en el variado paisaje humano de la corte de los Borbones. El tiempo y sus actos lo dirán.