CUADERNO DE GASTRONOMÍA Y VINOS

Comerse un lujo

La Vilaviniteca, en L'Illa Diagonal, ofrece interesantes bocados de calidad

El equipo de Vilaviniteca y sus neveras de quesos, en L'Illa Diagonal.

El equipo de Vilaviniteca y sus neveras de quesos, en L'Illa Diagonal.

MIQUEL SEN

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Doy por cierto que si Marcel Proust se hubiera zampado una bandeja de magdalenas, en lugar de una punta de ellas, no habría descubierto la memoria involuntaria, tan ligada al recuerdo y práctica de las cosas más sabrosas. Es decir, ante un escaparate rebosante de bocados de lujo, hay que tomar una cierta distancia, tanto si el placer va a ser personal, como si se trata de provocar en otros el deseo de un mordisco o un trago memorable a partir de la elegancia de un regalo.

Es cierto que la burguesía catalana ha practicado el ocultismo gastronómico, manera perfecta de no ser señalado como rico despilfarrador. Mantener la sabiduría del gran gourmet frente a la exquisitez, no es fácil. Moral a parte, los escaparates, las tiendas de gourmandises marcan nuestros deseos. Por eso es una suerte que el colmado Vilaviniteca, una referencia inapelable cuando se busca la gran calidad de una amplia paleta de productos internacionales, haya dado el salto del Gòtic a L'Illa Diagonal, abriendo una sucursal que reúne todos los placeres del gusto. Por ejemplo, dos cámaras de maduración de quesos.

Temperatura ideal

En una mantiene a 8º los de pasta dura, cuidadosamente elegidos, entre ellos un Conté reserva 2015, sublimación de lo que puede dar una vaca en este planeta. Es alternativa a un Bauma de cabra, elaborado en Borredà, o del Pasamontes Oro, un trueno de oveja manchega. En otra dimensión, la segunda cámara, esta vez a 4º, reposan los quesos de pasta blanda, como el Vacherin, mi estrella quesera favorita, sin menosprecio del Niolo, magnífica forma de conservar a la corsa la leche de oveja.

Torre Galimnay, un cava de Segura Viudas (15€)

Entre tanto observaremos otros bocados de lujo, del orden jamón Joselito que hace del cerdo un animal puro, o el caviar Caspian Imperial, cuya imagen nos transporta a la riqueza que hay que perder, precisamente comiendo caviar. Más o menos así lo escribió Baudelaire. Espléndida selección de lo mejor, obra de Quim Vila, fino catador que ha llenado su nueva tienda con vinos de Jerez, de Lustau, entre ellos un abanico de olorosos de dimensión sobrenatural, la misma que tiene el Champagne Salon, cuya visión ya es un regalo.